Las personas, actualmente, continúan teniendo la impresión, la ilusión, de que su dinero está respaldado por algo, de que hay un fundamento que da valor al dinero. Si no el oro, quizá el propio Estado. Pero tiene que haber alguna cosa que mantenga la validez y la legitimidad del dinero. No es posible que solamente sea un trozo de papel. Uno de los puntos principales que defiendo en este texto es, en efecto, que un pedazo de papel es suficiente y que hasta una entrada en un registro de la contabilidad en el disco de un ordenador basta para sostener la existencia del dinero. La cuestión es que incluso si vamos más allá de la hipótesis de la existencia del patrón oro, ¿no es acaso cierto que nuestra moneda está respaldada por el Gobierno, pongamos, de Los Estados Unidos de América? El problema es comprender exactamente hasta qué punto alguien o algo como una institución puede sostener el valor del dinero en circulación. A una época de inflación de los precios, por ejemplo, se corresponde una pérdida de dinero para cada una de las personas que lo poseen, pero el Gobierno no hace mucho por cambiar la situación. Obviamente, las autoridades competentes (entre ellas, por supuesto, también el Gobierno) pueden hacer algo desde el punto de vista de las políticas monetarias y financieras para intentar estabilizar el valor de la moneda.
Pero no hay nada que respalde la moneda estadounidense (y hasta donde yo sé, ninguna otra moneda) de la misma manera que la hipoteca que tengo con el banco está garantizada, cubierta, por la propiedad, que podría llegar a ser del banco, si yo no respetara mis obligaciones. Lo que sostiene el valor del dinero es sencillamente el hecho de que las personas continúan admitiendo que el dinero tiene valor y esta es la única base concreta que puedo imaginar. Lo que significa algo muy relevante: nuestro dinero no está sostenido ni cubierto por nada. Funciona y realiza sus propias funciones solo porque las personas aceptan tanto sus funciones como su valor y porque aceptan colectivamente que un objeto sea dinero, y por ello este objeto tiene una función.
Hace tiempo, en los billetes emitidos por la Reserva Federal se anotaba que el Tesoro de los Estados Unidos de América habría pagado al portador, por ejemplo, diez dólares si este los hubiese reclamado; los billetes británicos todavía exhiben esta frase, en la que se dice que el tesoro del banco de Inglaterra pagará diez libras esterlinas si asó lo reclama el poseedor de un billete de diez libras. Pero ¿qué sucedería en realidad si se presentasen ustedes con estos billetes de diez dólares o de diez libras ante sus respectivos tesoreros? Simplemente que obtendrían otro billete de diez dólares o de diez libras. Esto es lo máximo que podrían conseguir. Por lo tanto, este es el caso en el que el dinero sin fundamento se intercambia, o se disfraza de dinero respaldado por un contrato. Parece que hay un contrato, pero en realidad no lo hay. Esto es parte del engaño número I, por el que el dinero tendría que estar fundado o respaldado por algo o alguien. Debería haber algo que el Tesoro pudiera darles. La respuesta es que no puede darles nada.
Engaño 3. Los bancos crean dinero prestando dinero a quien no lo tiene
La mayor parte de las personas no comprenden este engaño. No es una idea difícil y supongo que se le explica a todo estudiante de economías. En todo caso así es como funciona: cuando vas a tu banco para pedir un préstamo de mil dólares, no es necesario que el banco tenga esos mil dólares para prestarte. Lo que hace el operador es abrirte una cuenta, contra la cual podrás firmar cheques a tu nombre de forma que el dinero transferido se ingresará en cuentas ajenas, ya sean de ese mismo banco o de algún otro.
El banco está obligado a tener una cierta reserva. Si se tratara del veinte por ciento, para prestarte mil dólares el banco debería tener doscientos en su reserva. Esto significa que al prestarte mil dólares, habrán creado, literalmente, ochocientos dólares de la nada. En el sistema económico se han introducido ochocientos dólares gastables, que se pueden usar para comprar cosas, y que nunca antes habían existido. El banco ha creado ese dinero simplemente declarando que dicho dinero existe y dando fe de que usted tiene mil dólares en una cuenta. Esta es una declaración de función de estatus clásica.
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