Ahora bien, hasta aquí no hemos hecho otra cosa que mostrar cómo cada una de las corrientes mencionadas más arriba (izquierda liberal, autonomismo y republicanismo) pensaba el vínculo del populismo con el neoliberalismo, pero poco hemos dicho nosotras sobre lo que entendemos por este último término. Por lo que se vuelve necesario detenernos a pensar de qué estamos hablando cuando usamos la palabra neoliberalismo. Este ejercicio nos ayudará a explicar mucho mejor por qué pensamos que el populismo no es una expresión más del neoliberalismo y que, incluso, tiene reservado dentro de sí el secreto de su alternativa.
Para ello, nos vamos a centrar en las investigaciones de Michel Foucault y Wendy Brown alrededor del neoliberalismo, ya que apunta a la dirección que nos interesa explorar. En su clásico libro Nacimiento de la biopolítica, Foucault define al neoliberalismo como una respuesta práctica a la crisis del arte de gobernar liberal que tendrá impacto en dos niveles a la vez: en las formas de gobierno y en los procesos de subjetivación. En lo que se refiere al primer caso, el neoliberalismo funciona como un arte específico de gobierno, cuyo modo de actuar se caracteriza por una transformación de la racionalidad del Estado en el que la economía comienza a ser creadora de derecho público. Foucault establece una distinción muy importante entre la racionalidad estatal y la disciplinaria propia de la modernidad y la racionalidad de gobierno neoliberal de nuestra época. El principal aspecto que nos interesa remarcar tiene que ver con el papel del derecho en el interior de cada tipo de racionalidad práctica o forma gubernamental. Mientras en el primer caso la ley y el derecho operaban como una limitación exterior, que permitía fundamentar lo que estaba prohibido y permitido hacer dentro de un gobierno, en el segundo, en cambio, emerge una autolimitación económica que nace del interior de la misma práctica de gobierno acompañada de un «antiestatismo o fobia al Estado». Esto supone, por un lado, una transformación en las formas de estatalidad, dado que el foco deja de estar puesto en la figura de una ley o derecho que fija lo prohibido y lo permitido y pasa a ubicarse en la figura del consenso y el interés práctico. Así, el consenso, en tanto forma de gubernamentalidad, desplaza la legitimidad que venía dada por el derecho y va a empezar a funcionar como el nuevo mecanismo de legitimación del Estado. La legitimidad de los Estados neoliberales, entonces, no depende del buen uso del derecho y de las instituciones en un sentido republicano, sino de la capacidad para llegar a consensos y acuerdos sobre cuestiones que atañen al interés económico. Aunque Foucault no lo exprese de esta forma, podríamos decir que el Estado neoliberal deja de concebir a los sujetos como ciudadanos con derechos en una res pública y pasa a concebirlos como individuos con intereses privados en el mercado.
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