-Debes comprender que nuestra civilización, tan vasta, no permite minorías. Pregunta tú mismo. ¿Qué queremos en este país por encima de todo? Ser felices, no es verdad? ¿No lo has oído centenares de veces? <<Quiero ser feliz>>, dicen todos. Bueno, ¿no lo son? ¿No los entretenemos, no les proporcionamos diversión? Para eso vivimos, ¿no es así?, para el placer, para la excitación. Y debes admitir que nuestra cultura ofrece ambas cosas, y en abundancia.
-Sí.
Montag podía leer, en el movimiento de los labios, lo que decía Mildred desde el umbral. Pero no quería mirarle la boca, pues entonces Beatty volvería la cabeza y leería también aquellas palabras.
-¿A la gente de color no le gusta El negrito Sambo? Quémalo. ¿Los blancos se sienten incómodos con La cabaña del tío Tom? Quémalo. ¿Alguien escribió una obra acerca del tabaco y el cáncer pulmonar? Quema la obra. Serenidad, Montag. Paz, Montag. Fuera los conflictos. Mejor aún, al incinerador. ¿Los funerales son tristes y paganos? Elimina los funerales. A los cinco minutos de morir, el hombre ya está en camino de la Gran Caldera: incineradores abastecidos por helicópteros y distribuidos por todo el país. Diez minutos después de la muerte, el hombre es una motita de polvo oscuro. No aflijamos a los hombres con recuerdos. Que olviden. Quememos, quemémoslo todo. El fuego es brillante y limpio.
Los fuegos de artificio murieron en la sala detrás de Mildred. Mildred dejó de hablar casi al mismo tiempo; una milagrosa coincidencia. Montag contuvo la respiración.
-Había una muchacha en la casa de al lado -dijo, lentamente-. Se ha ido. Creo que ha muerto. Ni siquiera recuerdo su cara. Pero era diferente. ¿Cómo...cómo pudo ocurrir?
Beatty sonrió.
-Aquí o allá ocurre aveces. ¿Clarisse McClellan? Tenemos registrada a la familia. Los hemos vigilado. La herencia y el ambiente son cosas raras. No es posible eliminar en poco tiempo todos los obstáculos. El ambiente hogareño puede destruir en gran parte la obra de la escuela. Por eso la edad de admisión en el jardín de infancia ha ido disminuyendo años tras año y ahora sacamos a los niños cuna de la cuna. Hubo varias falsas alarmas a propósito de los McClellan cuando vivían en Chicago. Nunca se encontró un libro. El tenía un historial confuso: antisocial. ¿La muchacha? Era una bomba de relojería. La familia había estado alimentando el subcosciente de la niña. Estoy casi seguro; examinaré los registros de la escuela. No quería saber cómo se hacen las cosas, sino por qué. Esto puede resultar embarazoso. Uno empieza con los porqués, y termina siendo realmente un desgraciado. La pobre chica está mejor muerta.
-Sí, muerta.
-Por suerte, gente rara como ella aparece pocas veces. Los curamos casi siempre en estado larval. No es posible construir una casa sin clavos ni maderas. Si no quieres que se construya una casa, esconde los clavos y las maderas. Si no quieres que un hombre sea políticamente desgraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. Muéstrale uno. Que olvide que existe la guerra. Es preferible que un gobierno sea ineficiente, autoritario y aficionado a los impuestos, a que la gente se preocupe por esas cosas. Paz, Montag. Que la gente intervenga en concursos donde haya que recordar las palabras de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de los Estados, o cuánto maíz cosechó Iowa el último año. Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices, pues los hechos de esa especie no cambian. No les des materias resbaladizas, como filosofía o psicología, que engendran hombres melancólicos. El que pueda instalar en su casa una pared de TV, y hoy está al alcance de cualquiera, es más feliz que aquel que pretende medir el universo, o reducirlo a una ecuación. Las medidas y las ecuaciones, cuando se refieren al universo, dan al hombre una sensación de inferioridad y soledad. Lo sé, lo he probado. Al diablo con esas cosas. Más reuniones y clubes, acróbatas y magos, automóviles de reacción, helicópteros, sexo y heroína. Todo lo que pueda hacerse con reflejos automáticos. Si el drama es malo, si la comedia es insulsa, si la película no dice nada, golpéame con el theremín, ruidosamente. Me parece entonces que estoy respondiendo a la obra. En realidad, respondo con reacciones táctiles a las vibraciones. No interesa. Quiero entretenimientos sólidos. -Beatty se incorporó-. Tengo que irme. La conferencia ha terminado. Espero haber aclarado las cosas. No lo olvides, Montag, esto es lo más importante. Somos los Muchachos Felices, el Conjunto de Buen Humor, tú y yo, y todos los demás. Somos un dique contra esa pequeña marca que quiere entristecer el mundo con un conflicto de pensamientos y teorías. Sostenemos el dique con nuestras manos. No lo sueltes. No dejes que un torrente de melancolía y filosofía lóbrega invada el universo. Dependemos de ti. No sé si entiendes qué importante eres tú, qué importantes somos nosotros, para que no se pierda la felicidad del mundo.