Ray Bradbury (Fahrenheit 451)

-Debes comprender que nuestra civilización, tan vasta, no permite minorías. Pregunta tú mismo. ¿Qué queremos en este país por encima de todo? Ser felices, no es verdad? ¿No lo has oído centenares de veces? <<Quiero ser feliz>>, dicen todos. Bueno, ¿no lo son? ¿No los entretenemos, no les proporcionamos diversión? Para eso vivimos, ¿no es así?, para el placer, para la excitación. Y debes admitir que nuestra cultura ofrece ambas cosas, y en abundancia.
-Sí.
Montag podía leer, en el movimiento de los labios, lo que decía Mildred desde el umbral. Pero no quería mirarle la boca, pues entonces Beatty volvería la cabeza y leería también aquellas palabras.
-¿A la gente de color no le gusta El negrito Sambo? Quémalo. ¿Los blancos se sienten incómodos con La cabaña del tío Tom? Quémalo. ¿Alguien escribió una obra acerca del tabaco y el cáncer pulmonar? Quema la obra. Serenidad, Montag. Paz, Montag. Fuera los conflictos. Mejor aún, al incinerador. ¿Los funerales son tristes y paganos? Elimina los funerales. A los cinco minutos de morir, el hombre ya está en camino de la Gran Caldera: incineradores abastecidos por helicópteros y distribuidos por todo el país. Diez minutos después de la muerte, el hombre es una motita de polvo oscuro. No aflijamos a los hombres con recuerdos. Que olviden. Quememos, quemémoslo todo. El fuego es brillante y limpio.
Los fuegos de artificio murieron en la sala detrás de Mildred. Mildred dejó de hablar casi al mismo tiempo; una milagrosa coincidencia. Montag contuvo la respiración.
-Había una muchacha en la casa de al lado -dijo, lentamente-. Se ha ido. Creo que ha muerto. Ni siquiera recuerdo su cara. Pero era diferente. ¿Cómo...cómo pudo ocurrir?
Beatty sonrió.
-Aquí o allá ocurre aveces. ¿Clarisse McClellan? Tenemos registrada a la familia. Los hemos vigilado. La herencia y el ambiente son cosas raras. No es posible eliminar en poco tiempo todos los obstáculos. El ambiente hogareño puede destruir en gran parte la obra de la escuela. Por eso la edad de admisión en el jardín de infancia ha ido disminuyendo años tras año y ahora sacamos a los niños cuna de la cuna. Hubo varias falsas alarmas a propósito de los McClellan cuando vivían en Chicago. Nunca se encontró un libro. El tenía un historial confuso: antisocial. ¿La muchacha? Era una bomba de relojería. La familia había estado alimentando el subcosciente de la niña. Estoy casi seguro; examinaré los registros de la escuela. No quería saber cómo se hacen las cosas, sino por qué. Esto puede resultar embarazoso. Uno empieza con los porqués, y termina siendo realmente un desgraciado. La pobre chica está mejor muerta.
-Sí, muerta.
-Por suerte, gente rara como ella aparece pocas veces. Los curamos casi siempre en estado larval. No es posible construir una casa sin clavos ni maderas. Si no quieres que se construya una casa, esconde los clavos y las maderas. Si no quieres que un hombre sea políticamente desgraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. Muéstrale uno. Que olvide que existe la guerra. Es preferible que un gobierno sea ineficiente, autoritario y aficionado a los impuestos, a que la gente se preocupe por esas cosas. Paz, Montag. Que la gente intervenga en concursos donde haya que recordar las palabras de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de los Estados, o cuánto maíz cosechó Iowa el último año. Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices, pues los hechos de esa especie no cambian. No les des materias resbaladizas, como filosofía o psicología, que engendran hombres melancólicos. El que pueda instalar en su casa una pared de TV, y hoy está al alcance de cualquiera, es más feliz que aquel que pretende medir el universo, o reducirlo a una ecuación. Las medidas y las ecuaciones, cuando se refieren al universo, dan al hombre una sensación de inferioridad y soledad. Lo sé, lo he probado. Al diablo con esas cosas. Más reuniones y clubes, acróbatas y magos, automóviles de reacción, helicópteros, sexo y heroína. Todo lo que pueda hacerse con reflejos automáticos. Si el drama es malo, si la comedia es insulsa, si la película no dice nada, golpéame con el theremín, ruidosamente. Me parece entonces que estoy respondiendo a la obra. En realidad, respondo con reacciones táctiles a las vibraciones. No interesa. Quiero entretenimientos sólidos.      -Beatty se incorporó-. Tengo que irme. La conferencia ha terminado. Espero haber aclarado las cosas. No lo olvides, Montag, esto es lo más importante. Somos los Muchachos Felices, el Conjunto de Buen Humor, tú y yo, y todos los demás. Somos un dique contra esa pequeña marca que quiere entristecer el mundo con un conflicto de pensamientos y teorías. Sostenemos el dique con nuestras manos. No lo sueltes. No dejes que un torrente de melancolía y filosofía lóbrega invada el universo. Dependemos de ti. No sé si entiendes qué importante eres, qué importantes somos nosotros, para que no se pierda la felicidad del mundo.

Josep Muñoz Redón (El arte de la existencia)

FILOSOFÍA DEL NO (Rechazar)

¡Qué es un rebelde? Un hombre que dice no.
A. Camus

Diógenes no come, no habla, no se relaciona con la gente, no mantiene relaciones sexuales, desprecia el dinero, la riqueza, los honores; apenas va vestido, no escribe, no participa en el juego político, económico o social; no trabaja, no lee, no tiene casa, no tiene pareja, no tiene hijos, no tiene vergüenza... No conozco ningún otro filósofo tan emblemático de esta <<filosofía del no>> que invocaba Albert Camus: << Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no>>.
El cínico adopta un estilo de vida que representa su independencia y proclama la necesidad de autosuficiencia para conseguirla, pero para conseguir esta autosuficiencia hay que vivir de una manera sencilla, con deseos que puedan satisfacerse fácilmente y con las únicas pertenencias que uno pueda <<salvar en caso de naufragio>>. Los cínicos concedían un gran valor a la austeridad. Si el emperador te ofrece un lato de lentejas, es mejor rechazarlo porque aceptarlo sería una manera de perder la libertad.
El cinismo es una forma de vivir, pero también de pensar y de expresase y, como no se han conservado las obras de los primeros cínicos, hoy son conocidos en gran parte a través de dichos y anécdotas. Mientras los filósofos clásicos se dedicaban con devoción al parloteo, el culto de las palabras, el diálogo o la argumentación, los cínicos preferían la acción: <<Es propio de ignorantes hablar mucho y, para quién así obra, no sabe poner freno a su parloteo>>.
Las acciones más radicales son las que se atribuyen a Diógenes, tales como masturbarse o defecar en público, mear encima de alguien, escupir a la gente o hablar en favor del incesto y del canibalismo. Todos estos hechos son actos deliberados de protesta contra las costumbre sociales y morales.
La riqueza del filósofo reside en el dominio y el poder que tiene sobre sí mismo. Diógenes es un mendigo sin vergüenza porque desprecia el dinero: <<El amor al dinero es la metrópolis de todos los males>>. En la economía cínica, la pobreza es una virtud imprescindible. El pobre real es quien desea más de lo que tiene. Antístenes vendió su bienes y repartió las ganancias entre sus amigo. Crates hizo lo mismo después de asistir a una representación teatral. Mucho tiempo después, Wittgenstein seguirá la misma senda de austeridad y autosuficiencia.
La libertad radical es libertad de pensamiento, de acción y de palabra. El cínico se diferencia de los demás por su desvergüenza radical, por adoptar maneras de vida que escandalizan a su sociedad, por predicar la autosuficiencia, la libertad de palabra y la austeridad como elementos necesarios para conseguir la tranquilidad de ánimo y, con ello, la felicidad. Se proclaman cosmopolitas y liberados de cualquier obediencia a las instituciones, convenciones o leyes, por ser estas siempre locales y ellos considerarse ciudadanos del mundo. En cualquier lugar se encontraban como en casa.

* Josep Muñoz Redón (Prohibido pensar) Parásitos versus catalizadores del pensamiento

Michael Reder (Globalización y filosofía)

Los hombres forman en el plano global una comunidad mundial. Aunque algunos filósofos expresan esta idea de manera más clara que otros, este es uno de los supuestos fundamentales de todas las teorías que se ocupan de la globalización. Desde un punto de vista ético, una primera faceta importante de la justicia es, pues, la exigencia de que todos los hombres de esta comunidad tengan la posibilidad de sobrevivir. En este sentido, justicia global significa fundamentalmente la necesidad de asegurar, a ser posible, la supervivencia de todos los hombres. Las necesidades básicas de los hombres se sitúan de este modo en el centro de la reflexión sobre la justicia. El principio de la justa satisfacción de las necesidades dice que la comunidad global es una comunidad justa, cuando trata de asegurar la supervivencia de todos sus miembros. De este principio de la justa satisfacción de las necesidades se deriva la exigencia de que las consecuencias de la globalización deben cuestionarse especialmente cuando pongan en peligro la supervivencia de los hombres, entendida como la provisión de los bienes básicos necesarios para su supervivencia. De acuerdo con este principio, la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales tiene siempre la máxima prioridad.
Obviamente, habría que concretar cuáles son las necesidades humanas básicas. Teniendo en cuanta la diversidad de la vida humana, cabe pensar que la justa satisfacción de las necesidades se entienden de forma distinta en las diferentes culturas. En cualquier caso, podríamos afirmar que el concepto de necesidades fundamentales no pueden referirse únicamente a la nuda supervivencia de los hombres, sino que ha de ampliarse en correspondencia con una compresión amplia del ser humano.
Por otra parte, el principio de igualdad de oportunidades también desempeña un papel importante, tanto en el interior de un país como en el plano global. La mayoría de las teorías éticas subraya que una sociedad justa debería ofrecer al mayor número de personas la posibilidad de participar en los,procesos políticos y de acceder a la vida económica. Se trata, pues, del principio de una justa distribución de oportunidades dentro de una sociedad, o en el conjunto de la sociedad mundial. Los derechos de participación política, la seguridad jurídica o el acceso a la educación, a la sanidad o a los sistemas de protección social son algunos de los aspectos de este principio de igualdad de oportunidades.

Gabriel Sala (Panfleto contra la estupidez contemporánea)

POLÍTICOS Y POLÍTICA

Idiota: del griego idiotés, utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás. Fernando Sabater

Si es cierto el lugar común que afirma que todos los pueblos tienen los políticos que se merecen, esto significa que no estamos legitimados precisamente para acusar a la caterva de corruptos degenerados que forman nuestra clase política. Vamos a hacerlo, sin embargo: en ningún caso podremos caer más bajo que ellos.
No es exagerado decir que toda nuestra clase política está profundamente corrompida, tanto que las generaciones más jóvenes dan por sentado que esta corrupción es inherente a la propia función del político y ni tan siquiera la cuestionan.
Quiero hacer aquí una pequeña puntualización y aclarar que cuando hablo de corrupción no me refiero a la corrupción "tradicional" consistente en pervertir el propio cargo para obtener beneficios personales espurios (un tipo de corrupción abundante, por otra parte, y que permea todas las instituciones públicas). No, cuando hablo de corrupción me refiero a la que consiste en pervertir la función más propia y característica del político democrático, que no es otra que la relación de representatividad que éste se ha comprometido a sumir frente al ciudadano: en realidad, la única característica que lo legitima como tal.
Una vez más, no se trata de un fenomeno nuevo ni sorprendente. En torno al poder político ha existido siempre la tentación de obviar la voluntad del pueblo, escudándose habitualmente en su supuesta ignorancia e incapacidad natural para determinar sus intereses por sí mismo. Sucumbir a esta tentación ha sido tradicionalmente sencillo en los sistemas de gobierno totalitarios puesto que en estos casos el sometimiento del pueblo es, en mayor o menor grado, una condición inherente al propio sistema. En los regímenes democráticos, resulta más complicado aplicar medidas que signifiquen de hecho una sumisión equivalentes a los dictados de una élite privilegiada. La posibilidad está siempre presente, sin embargo, y se precisa una vigilancia constante, para que no termine convirtiéndose en realidad (como ocurre indefectiblemente cuando la vigilancia se relaja, tal como nos demuestra la historia). El entetanimiento ha destruido por completo la simple posibilidad de existencia de esta vigilancia.


NUESTROS VALORES Y EL ENTETANIMIENTO

Ni la mujer es nunca suficientemente delgada, ni el hombre nunca suficientemente rico. Manuel Pertegaz

También nos parece una particularidad inocente de nuestra época observar cómo las aspiraciones de nuestros hijos no son otras cosas que convertirse en futbolistas o cantantes y gozar de fama y dinero conseguido sin esfuerzo. No nos preocupa que los mitos de nuestra juventud, el espejo en el que se miran y que utilizarán para comprender el mundo, sean una panda de analfabetos funcionales o verdaderos criminales de guante blanco. Tampoco esto sorprende si consideramos el ejemplo que les damos al llenar de alabanzas y entronizar como semidioses a individuos cuyas únicas distinciones son su capacidad para ganar dinero y manipular a los demás en beneficio propio.
Asistimos con complicidad impasible al espectáculo de ver cómo son las mismas madres quienes inducen a sus propias hijas a dedicarse al llamado "mundo de la moda", prisioneras de la frustración en que las ha sumido el entetanimiento. No son capaces de imaginar un futuro mejor para sus hijas que soñarlas convertidas en rameras peripatéticas que participan en esa lamentable entronización de la superficialidad y el elogio monumental de la vulgaridad estética que son los denominados "desfiles de modelos", observadas por babeantes políticos en campaña y representantes de lo más selecto de nuestra morralla cultural. ¡Qué significativo es el culto que los medios de entetanimiento dedican a las modelos! Las modelos, las planiencefalográficas modelos, auténticas rameras de lujo de nuestra época, que se miran pero no se tocan y no sólo venden su cuerpo, como las prostitutas tradicionales, sino que constituyen el último eslabón de una cadena que asume a millares de adolescentes en la anorexia y utilizan su belleza para vender con convicción un mundo ficticio en el que se fomenta la necedad como virtud suprema y en el que la felicidad es imposible y la angustia permanente.

Jacques Bouveresse (Sátira y profecía) Las voces de Karl Kraus

Como señala Michéa, <<la construcción metódica de una cultura de masas, es decir de un conjunto de obras, objetos y actitudes concebidos y fabricados siguiendo las leyes de la industria, y que se imponen a los hombres como cualquier otra mercancía, ha constituído sin duda uno de los aspectos más previsibles del desarrollo capitalista; aspecto que, por otra parte, se analizó y denunció ya en los años treinta en los trabajos precursores de la Escuela de Frankfurt>>. Precisamente, uno de los precursores de la Escuela de Frankfurt sobre esta cuestión fue Kraus. Por ello no sorprende que hoy en día reciba, al igual que los pensadores de dicha Escuela, las críticas de una llamada <<izquierda>> que se empeña en que la rehabilitación de la cultura de masas, y por tanto de las <<nuevas tecnologías en información y comunicación>>, que la hacen posible, deben ser de ahora en adelante una obligación para todos los intelectuales que se preocupan realmente por la democracia y la igualdad. Más que nadie, Kraus tiene todas las papeletas para ser una víctima de lo que Michéa denomina <<la idea, ya banalizada en los medios y validada por la sociología de Estado, que toda crítica mínimamente radical del Espectáculo de la industrial cultural únicamente puede proceder de un pensamiento conservador, de un elitismo burgués o, para los más psicólogos, de una mentalidad amargada y nostálgica>>.  Puesto que, aparentemente, gran parte de la izquierda intelectual ha comulgado rápidamente con esta idea, la posición de Kraus, un autor del que lo menos que se puede decir es que siempre ha tenido problemas con esa izquierda, no parece que vaya a mejorar; no aparecerá (en el mejor de lo casos) más que como uno de los ejemplos más prototípicos de una <<mentalidad amargada y nostálgica>> que, para su desgracia, se ha mostrado insensible a las promesas que se avecinan -para cualquier mentalidad positiva y moderna- con el perfeccionamiento de las técnicas de comunicación y la llegada de los grandes imperios de la comunicación, los todopoderosos medios y el triunfo de la cultura de masas.
Aquello que Kraus vio desde el principio en los periódicos es exactamente lo mismo que Marcel Martinet, en un libro publicado en 1935 y dedicado precisamente al problema de la cultura popular, llamaba <<el gran embrutecedor de las masas>>, que demostró de forma inapelable el alcance de su poder y la influencia que ejerció en todas las mentes durante la Primera Guerra Mundial. El mismo Kraus no habría vacilado ante la paradoja que representa afirmar que la ignorancia puede ser preferible a una educación cuya ambición principal parece haberse convertido en conseguir que el individuo sea capaz de leer al menos (y desgraciadamente también como mucho) el periódico. <<Qué lee el hombre que sabe leer, que sólo sabe leer? Lee el gran embrutecedor de las masas, el periódico. El campesino analfabeto, el artesano de otros tiempos podían pensar por sí mismos. El hombre de hoy, con la cabeza saturada de su periódico, cree lo que su periódico quiere que crea. Por supuesto, la maquinaria social está suficientemente manipulada para que el periódico que llega a prácticamente toda la población, El pequeño idiota o la hoja local, difunda por todas partes una opinión única, la opinión oficial, ortodoxa, el triunfo más repugnante del gobierno de la mediocridad. Y es la misma chusma de la política y de la prensa la que acusa a los revolucionarios de querer nivelar la inteligencia, cuando ella vive de explotar a los grande la estupidez, ¡un modelo uniforme de estupidez! Durante la guerra hemos visto el resultado de esta enseñanza prostituida, sobre todo en los primeros meses: cuarenta millones de seres humanos, por hablar solamente de nuestro país, echándose en brazos, contra cualquier atisbo de humanidad, contra sus intereses más elementales, de las mentiras más evidentes y más criminales. Ciertamente, la ignorancia, modesta pero capaz de reflexión, ¡valía mucho más que una ciencia con ésa! El peor enemigo de la inteligencia, el peor enemigo de la revolución actual no es la ignorancia, sino la enseñanza adulterada, truncada, tal como la sociedad burguesa la da al pueblo>>.

Pedro Olalla (Historia menor de Grecia) Una mirada humanista sobre la agitada historia de los griegos

ATENAS C. 402
Cuando hace unos días Sinesio de Cirene desembarcó en el puerto de Pireo, creía firmemente que su visita a Atenas le haría crecer en sabiduría al menos un palmo y un dedo. Sinesio va a cumplir treinta años y, salvo los tres últimos -en que ha servido a su ciudad como embajador en Constantinopla-, el resto de su vida lo ha pasado cazando, pescando, cuidando de su hacienda y estudiando todo libro que cae en sus manos. En Alejandría ha trabado amistad con la respetada filósofa Hipatia, que le ha enseñado matemáticas, astronomía y que el universo es una creación en armonía regida por un dios supremo. Esta amistad y esta fascinación por su maestra le abrieron hace tiempo el deseo de conocer Atenas.
Hoy maldice la suerte del capitán del barco que le trajo aquí. Desde la casa junto al mar donde se aloja, en el demo de Anagirus, escribe a su hermano contándole que la ciudad no conserva otra cosa que el eco de sus gloriosos nombres. A sus ojos, toda Atenas semeja el pellejo de un animal sacrificado que evoca tristemente la criatura viva que fue. La filosofía parece haber abandonado su santuario. Se ha sentido tratado como un asno por los que se pasean con vanidad de semidioses por lo que queda de la Academia y el Liceo y saben de Platón y de Aristóteles menos que él. Al menos en Alejandría se aprecia la sabiduría de Hipatia.
Esta mañana fue a visitar el pórtico donde enseñaba Zenón, ansioso por conocer la cuna del estoicismo y admirar de cerca las famosas obras del pintor Polignoto. Pero las paredes del Pórtico Historiado están desnudas. Peor que desnudas: despojadas; porque el procónsul mandó retirar las pinturas, privando aún más al pueblo de la posibilidad de aprender. Ya no están Teseo ni las amazonas, ni los héroes de Maratón, ni los inmortales presenciando la caída de Troya. Si un día Atenas fue famosa por su sabiduría, hoy sólo puede serlo por la miel del Himeto.


CONSTANTINOPLA C. 428
Hoy, diez de abril, ha llegado el gran día. Una inmensa multitud se ha congregado en los alrededores del templo para asistir a la consagración del nuevo obispo de la capital.
Desde que la Iglesia y el Estado se ha acercado, las disputas dogmáticas sobre la naturaleza de Cristo se ha convertido en luchas de poder, y las luchas de poder, en disputas dogmáticas sobre la naturaleza de Cristo. Por ello, hace tres meses, paro no alimentar las enconadas disensiones y las rivalidades ya existentes entre los eclesiásticos de Constantinopla, el joven emperador Teodoro resolvió llamar a un clérigo foráneo para ocupar la silla del difunto Sisinio.
El elegido ha llegado ya. Se llama Nestorio y ha sido traído a la corte desde el remoto monasterio de Euprepio, en Antioquía. Viene reputado por su ascentismo y su elocuencia -dos buenas cualidades para el apostolado de la fe- y es seguidor del Credo de Nicea. A Teodosio le ha parecido un hombre mesurado y capaz.
Tras la sagrada misa y el solemne ceremonial de investidura, todos aguardan expectantes la primera elocución del nuevo patriarca, están presentes todos los eclesiásticos de la metrópoli, los candidatos rivales de la diócesis Felipe y Proclo, los cónsules Félix y Tauro, todos los dignatarios de la corte y el pueblo entero de Constantinopla. Tocado con los atributos de su dignidad, Nestorio sube al púlpito y, con su voz sonora y vehemente, dirige sus primeras palabras al emperador:
¡Oh, soberano! ¡Dame la tierra purgada de herejes y a cambio te daré yo el cielo! Ayúdame a destruir a los herejes y tendrás mi ayuda para destruir a los persas!

analytics