Rubén Juste (La nueva clase dominante) Gestores, inversores y tecnológicos. Una historia del poder desde Colón y el Consejo de Indias hasta Black Rock y Amazon

DE AMAZON A FACEBOOK: LA ALIANZA ENTRE CIENTÍFICOS E INVERSORES

Jeff Bezos era ingeniero informático por la prestigiosa Universidad de Princeton, aunque conocía a la perfección el mundo financiero. Trabajaba en un fondo de riesgo novedoso, formado por brillantes ingenieros que vestían de manera informal y focalizados en compañías del sector tecnológico. Su foco en internet lo demuestra el hecho de formar antes que nadie su dominio web, en 1992, muchos años antes que cualquiera de las grandes firmas de inversión (Goldman Sachs, fue la siguiente, en 1995). Su presidente, David Elliot Shaw, era un profesor del departamento de ciencia de la computación de la Universidad de Columbia que dejó la bata de profesor para embutirse a principios de los años ochenta en el traje de inversor en Morgan Stanley, en la famosa década de la fiebre de Wall Street. A finales de los ochenta creó el fondo que lleva su nombre e integró a matemáticos e informáticos, uno de ellos Bezos, que trabajaron en los primeros algoritmos para el comercio de valores y que luego registrarían para mantenerlo en absoluto secreto. Era el viejo modelo de James Watt. Hoy el fondo de riesgo es uno de los más grandes del mundo y de los más lucrativos. 

Lou Salkind, el segundo empleado que contrató Shaw, describió la idea de negocio del nuevo sector en una entrevista a la revista Institutional Investor: «Fuimos a comer, describió su visión de combinar capital y la disruptiva capacidad de la tecnología, y dos horas después supe que iba a unirme a la compañía». Hoy puede sonar una reflexión fácil, pero entonces nadie podía ver más allá del valor bursátil de una empresa tecnológica. Bezos fue conocido inicialmente en los foros inversores por tener la tienda de libros más grande del mundo, pero poco se conocía el algoritmo de recomendaciones de Amazon, base del negocio posterior, que relacionaba libros entre sí basándose en una tabla de artículos que los consumidores suelen comprar conjuntamente. 

Cuando Buffett anunció ante una audiencia —entre la que destacaba Bill Gates— que se había equivocado al no invertir en Amazon o Google, puso en evidencia la magnitud del proyecto tecnológico: «Siempre he admirado a Jeff; quiero decir, le conozco desde hace al menos veinte años, y pensé que era especial, pero no pensé que pudiera ir de los libros a lo que ha pasado ahí». Y es que más que una empresa tecnológica, Amazon constituía un mercado de intercambio regido por sus propias normas (algoritmos), bajo los límites naturales de una corporación virtual, es decir, ninguno. Hoy Amazon es la compañía más grande del mundo por ingresos y valor en bolsa y emplea a más de medio millón de personas. 

[...] El caso puso en evidencia que el esquema de Amazon es un desafío para el comercio tradicional al que es difícil enfrentarse. En 2009 adquirió la empresa de venta de zapatos Zappos en estado de quiebra, tras utilizar una política agresiva de bajada de precios. Mismo método utilizado con la empresa de venta de productos de bebé Diapers.com, que se negó a ser comprada por Amazon y tras iniciar una guerra de precios de los productos diapers por debajo de costes de producción fue finalmente vendida a Amazon.

Hoy Amazon domina el 46% del comercio online de Estados Unidos. Una posición que no solo amenaza a las grandes empresas distribuidoras, sino también a las tiendas. Entre 2005 y 2015, en Estados Unidos han cerrado 85.000 pequeñas tiendas, incapaces de competir en costes al tener que afrontar individualmente una infraestructura física (local), costes laborales (empleados) y fiscales (impuestos sobre inmuebles, productos, facturación y beneficios).

Uno de los productos estrella de Amazon es Prime, el sistema de envío urgente (junto a otros servicios) que es la clave para desestabilizar a la competencia. Su fundamento no es la rentabilidad (produce pérdidas anuales de mil millones de dólares), sino ofrecer un nivel de exigencia al consumidor que termine por fidelizarse en Amazon y desestimar otras opciones más baratas. En 2018 un total de cien millones de personas eran usuarias de Prime. Por su parte, Amazon Logistics ofrece hoy oportunidades de negocio a aquellos que quieran sumarse a su red logística, que agrupa ciento setenta y cinco centros logísticos en todo el mundo y ciento cincuenta millones de metros cuadrados. La empresa suma más de cien mil repartidores y señala que para ser distribuidor solo se necesita una inversión inicial de diez mil dólares que cubra el alquiler de la furgoneta, el seguro y el resto de los gastos. Amazon garantiza que «los propietarios individuales pueden crear su negocio sabiendo que van a tener el volumen de entregas de Amazon», y promete un negocio que puede crecer hasta facturar trescientos mil dólares al año. En requisito para Amazon es que la empresa colaboradora se haga cargo de todos los costes laborales, mientras que ellos ponen a disposición «la tecnología y la experiencia logística», y la obtención de un certificado como «Delivery Service Partner». La consecuencia de subcontratar a los repartidores supone circunscribir la responsabilidad de posibles accidentes a las empresas contratadas. La empresa también cuenta con un servicio de contratación temporal de conductores a través de Amazon Flex.

En España, los accidentes de tráfico de vehículos de transporte ligero se han disparado con el boom del comercio online. Según la Dirección General de Tráfico (DGT), entre 2012 y 2017 el número de accidentes aumentaron un 50%, y en autovías y autopistas la subida ha sido de más del 100%. Los afectados por accidentes de tráfico de estos vehículos han subido a seis mil, un nivel récord desde 2003. Cumplir con los tiempos y entregar el mayor número de paquetes es un objetivo fundamental de las empresas contratadas, algo que obliga a estirar las jornadas de trabajo y los días laborables. La siniestralidad es uno de los elementos que pueden haber llevado a Amazon a apostar por la conducción autónoma a través de drones o los llamados «coches autónomos», sector en el cual Amazon es pionero.

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