Alberto Mayol (Las 50 leyes del poder en El Padrino)

VICIOS Y VIRTUDES DEL GOBERNANTE

En el segundo grupo de leyes de El Padrino veremos aquellas relativas al esclarecimiento de las características que ha de tener un líder. Tal y como en Maquiavelo, las obras de Puzo/Coppola nos ponen frente a la figura de un gobernante, un administrador de poder. Pero amplían la mirada para observar también el pasado, donde solo administraba riesgos y miseria.

Las leyes que a continuación se enuncian y elaboran buscan otorgar claridad sobre las características de conducta y personalidad que son virtuosas para la acumulación de poder (y, por supuesto, las que son nocivas).

Ley nº 20

La prudencia es la mayor virtud del gobernante

En la tradición griega, la prudencia tiene que ver con evitar la hibris, que es un pecado para los griegos. Entender el uso griego de este concepto es relativamente difícil por tratarse de un concepto cultural, pero de alguna manera refiere a eso que coloquialmente llamamos «estar ebrio de poder». Los dioses marcan los límites, pero hay humanos a los que no les importan y buscan cruzarlos; no solo se trata de romper una regla divina, sino que se añade la convicción de la propia superioridad para fundamentar esa ruptura. la hibris es una forma de locura que se manifiesta primero en forma de grandes pasiones, donde destaca el orgullo. Lo contrario de la hibris es, en rigor, la moderación. Pero esta última requiere de la prudencia, a la que los griegos llaman phronesis, caracterizada por anteponer el pensamiento a la acción. 

Vito Corleone es un hombre prudente. Cuidas sus formas y nunca pierde las proporciones de su poder. Sabe que puede intervenir con eficacia en el mundo, pero cuida de no ir más allá de lo necesario. En algunas ocasiones puede ser más violento en el trato (como la vez que le da una cachetada a Johnny), a veces escribe una carta insultante (como la misiva contra Capone), pero se trata de excepciones que están bien fundadas, esto es, se trata de situaciones donde necesita remecer a la contraparte, ya sea para ayudarla (a Johnny) o para quitarla de en medio cuando se ha violado la Cosa Nostra (Capone). En esos casos, el acto se ejecuta para restituir la prudencia, para que el otro vuelva a pensar y deje de hacer estupideces.

Es un error usar constantemente el propio poder. Este debe ser como una manta con la que nos arropamos cuando es necesario. pero que se puede quitar de los hombros. Además, debe basarse en la conciencia de que nada de lo que parece ser propio lo es realmente cuando se trata del poder. Sollozzo le dice: «Usted tiene en la mano a los políticos». Y Vito Corleone le responde, pero además lo piensa, que no es tan sencillo, que todo escenario, que todo momento, es siempre condicionado. Vito Corleone sabe que, al ejecutar mal un movimiento, puede perder el punto de apoyo en el mundo que los políticos le ofrecen. Por eso, cuando le dicen que resuelva un problema muy grande con sus recursos, él responde que no es un mago. Por delante, entonces, siempre avanza la conciencia de sus límites.

Ley nº 21

La arrogancia es el mayor pecado 
del que administra poder

La arrogancia es la contracara más grave de la prudencia. Etimológicamente, la palabra proviene de «arrogarse» o «apropiarse». Una persona arrogante toma para sí honores que son ajenos, o bien exagera sus propias capacidades.

Vito Corleone no conoce la arrogancia, es un hombre de talento. No acepta los dictados de la sociedad porque no quiere vivir bajo los términos impuestos por otros. Y como no le gustan esos límites, quiere pulverizarlos. Para ello se requiere tener arrojo y carácter, pero no se necesita la arrogancia. De hecho, casi nunca es necesaria. El padrino intenta construir siempre recursos propios, pues comprende que su poder está en procurar favores, no en pedirlos. Todo ello está asociado a una conducta prudente, que, sin bien ensancha las fronteras de su acción, conserva la virtud de someterse a esos límites.

Los hijos de Vito Corleone carecen de su prudencia. Fredo es arrogante, no comprende que sus facultades son muy inferiores a las de sus hermanos y quiere tomar para sí lo que considera que le han quitado injustamente. No tiene conciencia de la realidad y cree tener derecho a poseer lo que no le corresponde y lo que no sabría administrar. Sonny también es arrogante. Considera que la justicia en el territorio que concentran los Corleone debe ser administrada por su mano. Cada situación merece su atención como batalla para su causa, pero ninguna batalla tiene límites y puede configurarse como guerra. Así, hace suyos todos los problemas. Si unos tipos son estafadores, no solo se enoja porque no han estafado, también les exige que desaparezcan del barrio. Su padre lo recrimina; cada uno tiene derecho a ganarse la vida como quiera y, por supuesto, uno defiende sus intereses, pero nadie debe meterse en lo ajeno.

Alguna ves Vito Corleone fue muy arrogante, pero se encontraba en una situación excepcional. Se trata de un conflicto que ocurre en los años treinta. Maranzano es un importante mafioso que ha articulado una alianza con Al Capone, el hombre emblemático de Chicago, la primera figura pública de la mafia. Corleone ya se vislumbra como el futuro gran lider de Nueva York y eso le preocupa a Maranzano. Junto con Capone, envía en tren a sus dos mejores hombres para matar a Vito Corleone. Pero una de las virtudes de Corleone es su red de informantes, y es gracia a ellos que Vito conoce el plan. Quien lo resolverá será Luca Brasi. Así lo relata Mario Puzo:

Vito le pidió a Luca Brasi que fuera a «recibirlos». Brasi, junto con cuatro de sus hombres, recibió a los dos visitantes en la estación. Uno de los hombres conducía un taxi, y el otro iba disfrazado de mozo de cuerda. Este último tomo las maletas de los enviados de Al Capone y las llevó hasta el taxi. Cuando los pistoleros de Chicago entraron en el vehículo, Brasi y otro de sus hombres se precipitaron detrás de ellos, pistola en mano, y los obligaron a tenderse en el suelo. El taxi se dirigió a un almacén cercano a los muelles. Brasi lo había previsto todo.

Luego de atar a los hombres de Capone y de meterles toallas en la boca para no hacer mucho ruido, Brasi tomó entre sus manos una barra de hierro y empezó a golpear los pies de uno de ellos. En pocos segundos los pies estaban completamente fracturados. Avanzó después con las piernas y las rodillas. Finalmente, le golpeó en el corazón. Brasi era un hombre muy fuerte, pero realmente fue difícil llegar al final del camino. Se estrategia de tortura mantenía al hombre con vida más allá de su propia imaginación. Los trozos de carne estaban regados en el piso.

Cuando Brasi se volvió hacia el segundo, vio que no tendría necesidad de machacarlo a golpes. El hombre, por imposible que parezca, se había tragado la pequeña toalla. Cuando la policía realizó la autopsia para determinar las causas de la muerte, encontraron la toalla en su estómago.

La señal había sido contundente. La mera idea de meterse en el asunto Corleone/Maranzano parecía muy mala. Era una señal para Capone, pero también para otros miembros de la mafia. Además, con ello daba una idea clara del poder de Vito Corleone, cuya forma de administrar poder a veces confundía por su pacifismo y se interpreta como debilidad.

Maranzano era un gran nombre en el año 1933 y, según parece, también era muy superior a Corleone. Ello se amplificaba gracias a su amistad con Al Capone. Vito Corleone sabía que esos mitos, esas significaciones sedimentadas que parecen verdades absolutas, eran un gran oportunidad. Y entendía lo que otros no veían por seguir la forma de pensar tradicional: tanto Maranzano como Capone iban en decadencia. Por eso no solo se defendió, también atacó. Pero lo más interesante está al final del episodio. Vito Corleone usó la arrogancia, fue como una acción táctica para demostrar su rabia por la estupidez que hizo Capone. Y en pocos días hizo llegar a Chicago una carta:

Ahora ya sabe usted cómo trato a mis enemigos. ¿Por qué un napolitano tiene que interferir en una pelea entre dos sicilianos? Si desea tenerme por amigo, sepa que le debo un favor y que estoy dispuesto a pagárselo en cuanto me lo pida. No dudo que un hombre como usted sabe muy bien lo beneficioso que es tener un amigo que, en lugar de pedir ayuda, se ocupa de sus propios asuntos y siempre está dispuesto a ayudar. Si no quiere aceptar mi amistad, dejemos las cosas como están. Pero permita que le diga una cosa: el clima de Nueva York es húmedo y muy malo para los napolitanos. Por ello le aconsejo que no venga aquí ni de visita.

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