Antonio Pau (Manual de escapología) Teoría y práctica de la huida del mundo

NEOTRIBALISMO

[...] La huída de los jóvenes a las tribus urbanas se produce sobre todo en las ciudades del mundo occidental, con sociedades que, si bien  exaltan la juventud (y correlativamente marginan la vejez), no dan fácil acceso a los jóvenes al mundo de los adultos. La formación de la tribus es entonces, para los jóvenes, una vía de afirmación personal y de rechazo a la sociedad. Ese rechazo se produce en muchos casos por vías que la sociedad ya se ha anticipado a tipificar como delictivas: violencia, xenofobia, usurpación de viviendas... Pero frente a las tribus delictivas, hay tribus inocuas, centradas en la música y en un estilo de vestir, y en las que predomina el nihilismo y la melancolía. Lo que no hay son tribus urbanas filantrópicas y bienhechoras.

Todas esas tribus de las que se ha hablado tienen existencia real, física, unas más (naturistas, tribus urbanas) y otras menos (ecoaldeas, bolos). Pero la telemática ha cambiado radicalmente el neotribalismo, Al romper las barreras del tiempo y del espacio, ha permitido la constitución de infinitas tribus que agrupan individuos de todas las latitudes sin necesidad de contacto personal. Son las tribus @, en las que se da una paradójica contraposición entre el alejamiento geográfico de sus miembros (situados en países distantes entre sí) y la inmovilidad geográfica de cada uno de ellos (siempre entre las cuatro paredes de la habitación). Glocalismo se ha llamado a este fenómeno, porque se funden en él la globalización con el localismo. 

La noción de neotribalismo procede del profesor parisino Michel Maffesoli. A su juicio, el contrato social roussoniano ha sido siempre una ficción, pero en nuestros días más que nunca. Nadie se ha puesto de acuerdo con todos sus congéneres para concluir -aunque que sea tácita o presuntamente- un contrato que determine las bases de la convivencia social. Los únicos acuerdos reales se hacen con personas afines y con la finalidad de formar grupos de intereses muy concretos. Ha terminado el tiempo de las grandes instituciones unitarias, lo que Maffesoil llama las <<macroestructuras>> -el Estado, el partido, el sindicato, la ideología...-, y se ha pasado a un tiempo de tribus. Desde el propio título de la obra en que Maffesoli expone sus teorías, Le temps des tribus (1987), queda claro este cambio de paradigma social. 

Nuestro tiempo -¿la posmodernidad?- ha pasado de estar presidido por la razón a estar presidido por la emoción. Ha acabado la era que empezó con el Siglo de las Luces. Ya no hay adhesión a las grandes ideas, sino solo afinidades electivas: gustos comunes por un deporte concreto, por una música, por una determinada forma de sexo, por cierto empleo del ocio, por una modalidad dietética o alimentaria, por un tipo de espiritualidad. Estos grupos que comparten los mismos gustos forman tribus. Con el empleo de la telemática, resulta que las tribus no son urbanas, ni rurales, ni centrales, ni periféricas, ni nacionales, ni extranjeras: todas estas categorías han desaparecido. Pero las tribus, tan imprecisas en su ubicación y en su composición, producen el efecto de devolver al hombre la individualidad que la sociedad de masas le había arrebatado. El hombre de hoy, que es multitribal -porque nadie pertenece a una sola tribu y cualquiera puede emigrar y pasar de una tribu a otra con solo pulsar las teclas del ordenador-, se siente arropado, acompañado, identificado -o, mejor dicho, reconocido en su identidad-. Esto es lo que tienen en común el tribalismo histórico y el neotribalismo. Lo que los diferencia es que las viejas tribus estaban geográficamente localizadas y eran estables, y las tribus modernas no tienen ubicación física y son cambiantes. Maffesoil ha dicho que, prescindiendo de la connotación religiosa, las modernas tribus son como pequeñas <<comuniones de los santos>>

La relación entre los miembros de las tribus es una relación de sintonía (relation de syntonie, o mutual tuning in relationship, en expresión de los sociólogos anglófonos, Emotionsgemeinschaft para los alemanes), muy distinta de la relación táctil (rapport tactile) de la sociedad de masas, en que la gente simplemente se roza. Pero la tribu necesita ir más allá: exige encuentros presenciales, aunque sean esporádicos, a través de celebraciones, conciertos, banquetes. Se vuelve entonces a la relación táctil, pero ahora de una tacticidad emotiva y vibrante, muy distante de esa otra relación táctil que no es más que el roce distraído de la multitud en una gran avenida. 

Quizá con menor sutileza conceptual, el escritor norteameriano Daniel Quinn, ha advertido, en su obra Beyond Civilization. Next Great Adventure (1999) que se aproxima una revolución neotribal -la New Revolution-, que abrirá una época sociocultural en que la civilización se atomizará progresivamente en tribus ecológicamente sostenibles. A su juicio, las aglomeraciones urbanas han supuesto una destrucción masiva de la biodiversidad y del ecosistema, y las tribus son la fórmula más eficaz para remediarla. No se trata de volver a una civilización de caza con lanza y cultivo con arado, sino simplemente a un retorno a la armonía ecológica perdida.

La consigna de Quinn es tajante: Break out!, es decir, huid, huid en masa, y huid para dispersaros. Daniel Quinn se ha convertido así en el máximo exponente de la Escapología práctica.

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