Susan George (El Informe Lugano II*) Esta vez, vamos a liquidar la democracia

 Ficciones gemelas: democracia y derechos humanos

La confidencialidad de este informe nos permite nombrar y analizar varios principios pasados de moda. El primero es la democracia. Postular que millones de personas que no saben nada de nada deberían tener derecho de decidir cómo hay que gobernarlas ya no es una idea viable. El arte del gobierno es complejo: intervienen demasiados parámetros jurídicos, técnicos y políticos; lo que está en juego es demasiado importante. En resumen, es una cuestión que más vale dejar a los especialistas, los expertos y los elementos mejor preparados para gobernar: las élites.

Otro concepto obsoleto es la idea más reciente de derechos del hombre o derechos humanos, a la que en breve dedicaremos nuestra atención. Sin embargo, en una época en que la democracia está directamente vinculada a estos derechos -o incluso considerada como uno de éstos-, debemos expresarnos con total claridad. No recomendamos en absoluto atrocidades como la tortura o el encarcelamiento ilegal y tampoco deseamos restringir libertades, pensamiento, expresión y reunión.

La religión puede convertirse en una fuente de problemas y de revueltas con demasiada facilidad si los ciudadanos consideran que sus decisiones espirituales han sido violadas, por muy estúpidas o desacertadas que sean sus creencias. La opinión y la expresión son fáciles de mantener dentro de los límites de lo razonable mientras se pueda contar con medios de comunicación dóciles y sin sentido crítico, como lo son casi todos hoy en día. No debe ponerse ninguna traba al sector editorial. Repetiremos que no hay que llamar la atención ni generar controversias mediante la censura cuando resulta relativamente sencillo escribir superventas que saturan las librerías y celebran el estilo de vida capitalista. Como las múltiples variantes modernas del cuento de la chica pobre que se casa con un príncipe o del inadaptado de clase que se hace millonario. Así como las llamadas obras de desarrollo personal, género muy extendido cuyo mensaje es evidente: cuando alguien no se siente bien consigo mismo, es siempre culpa suya, nunca del sistema en el que vive y trabaja.

¿Y qué decir de la libertad de reunión? Cuando se reúne un número elevado de personas, suele ser con motivo de un acontecimiento deportivo o un concierto de rock. Pero si alguien quiere organizar un mitin o expresar opiniones minoritarias ante algunas docenas o centenares de personas, no vemos ningún inconveniente. Llamenos a este tipo de cosas el derecho al desahogo, a la válvula de seguridad. Ni que decir tiene que el derecho a la propiedad, sin restricciones cuantitativas ni cualitativas, es un valor positivo que merece ser fomentado y salvaguardado. 

En lo que respecta a los derechos humanos, los textos precursores son los documentos de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) en Francia, y las diez primeras enmiendas a la Constitución de Estados Unidos, que colectivamente se llaman Bill of Rights (Carta de Derechos) (1791), concebidas por James Madison para limitar los poderes del Estado federal y garantizar las libertades individuales. 

A partir de entonces, muchos de estos derechos vinculados a la democracia se han visto consagrados en las constituciones nacionales. La Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada en 1948 por las Naciones Unidas va aún más lejos, por ejemplo en lo relativo a los derechos políticos previstos en el artículo 21:

- Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.

- Toda persona tiene el derecho al acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.

- La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público.

Que el pueblo crea que estas disposiciones son ciertas no puede hacer ningún daño. Otra cosa completamente distinta es permitir que se concreten.

Sus consecuencias podrían ser francamente peligrosas en estos tiempos de complejidad geopolítica. Hay que controlar de cerca y, si es necesario, restringirlas.

Las ventajas de la <<política de identidad>>

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos la palabra más peligrosa es <<universal>>, pues indica un punto de convergencia última aunque irrealizable de la humanidad donde todo el mundo, en todas partes, lo tendrá todo. Es un tipo de aspiración que conviene desalentar activamente. Por nuestro propio interés, en lugar de insistir en el concepto de derechos universales debemos animar a las personas a creer que pertenecen a un grupo humano maltratado y víctima de discriminaciones basadas en la raza, la etnia, el sexo, la religión, le edad o el aspecto físico. Y que por ello gozan de derechos particulares y específicos, entre ellos el de recibir una indemnización financiera u otras compensaciones asociadas a sus quejas particulares y específicas.

El objetivo consiste en crear una inmensa cacofonía de colectivos victimizados que ejercerán todos sus derechos democráticos, harán las reivindicaciones y exigirán que se les satisfaga cuanto antes. Cuanto más concentradas mantengamos a estas personas en lo que las diferencian de todos los demás grupos y en sus reivindicaciones militantes ante el Estado, más fácil será dirigirlas y menos problemas causarán. Hay que prohibir formalmente a los policías demasiado diligentes y a sus superiores crear mártires en estos grupos y si lo hacen habrá que castigarlos duramente y en público, por una sencilla razón: el mártir une a las víctimas.

De vez en cuando conviene satisfacer las reivindicaciones cacofónicas menos exageradas, levando siempre por dejar insatisfechas una gran parte de éstas. Si estos quejicas dejaran de estar ocupados formulando y reclamando privilegios basándose en su vida privada y su identidad personal, se correría el riesgo de que se pusieran a reflexionar sobre lo que podrían hacer juntos si unieran sus fuerzas en el espacio público. Naturalmente, es algo que conviene evitar.

También podemos explotar con gran provecho el miedo a los vecinos, como demuestra una largo historial de problemas relacionados con la seguridad personal. Los actos de violencia que reciben una amplia cobertura en los medios de comunicación (preferentemente cometidos por jóvenes, personas de color o individuos étnica o sexualmente diferentes contra acciones, blanco, o miembros de la mayoría heterosexual), en caso de que no se produzcan espontáneamente, son fáciles de organizar.

Todo lo relacionado con la sexualidad, el cuerpo o la salud en general puede explotarse juiciosamente cuando se necesita desviar la atención de cuestiones graves que afectan a la mayoría. La revelación a los franceses durante la campaña de las elecciones presidenciales de 2012 de que, sin saberlo, consumían carne halal (sacrificada de acuerdo a la ley coránica) permitió descansar un poco de problemas como el desempleo, el rápido aumento de las desigualdades o la degradación programada de la educación, dándole al mismo tiempo la ventaja a la extrema derecha.

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El Informe Lugano es la publicación, por parte de Susan George, de un informe elaborado por nueve expertos mundiales sobre los peligros que debería afrontar el sistema capitalista en el siglo XXI, así como las posibles soluciones para asegurar su continuidad.

George, Susan (Informe Lugano)
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