El giro teológico de Europa
El acontecimiento teórico más sorprendente que ha tenido lugar en la filosofía social de izquierdas en la década pasada ha sido el nuevo giro teológico. Por lo general, no se ha traducido en la adhesión a una fe religiosa, aunque, en algunos casos, los antiguos intelectuales de izquierdas han acabado afirmando cierta judeidad etnorreligiosa, y a menudo se pueden detectar indicios de una relación personal particular, más allá de la fe, con la religión o con una figura religiosa, como cuando Régis Debray afirma: <<Son tres las cosas que han ocupado mi vida [intelectual], la guerra, el arte y la religión>>. Más bien, la expresión de este giro teológico ha sido el interés académico por la religión y el uso de ejemplos religiosos en la argumentación filosófica y política. Al contrario que la teología de la liberación latinoamericana -un compromiso religioso con la justicia social liderado por sacerdotes católicos- la variedad europea es una teología del discurso.
La obra más importante en este sentido es la de Debray, quien, en Le feu sacré (2003) y en Dios, un itinerario (2004), ha concentrado su talento literario en el estudio erudito de la estructura de las narrativas judeocristianas, los <<procedimientos de memorización, desplazamiento y organización>>, y los reavivados fuegos de la religión por todo el mundo. Debray, sin embargo, ya había abordado estos temas en su Crítica de la razón políticas (1981/1983), un conjunto de reflexiones sobre el inconsciente religioso en la política y las formas políticas de lo sagrado; de hecho, este pensador se inició en el estudio de la religión gracias a una biografía de un Papa del siglo XI, Gregorio VII, que lo leyó cuando estaba encarcelado por sus actividades revolucionarias en la pequeña prisión de Camiri, en Bolivia, donde los textos cristianos eran los únicos que se podían leer sin censurar.
Alain Badiou, antiguo maoísta que todavía milita en la extrema izquierda, además de filósofo, mantiene una relación antigua y poética con san Pablo, a quien ha acudido en su <<búsqueda de una nueva figura militante... destinada a suceder a la que establecieron a principios del siglo Lenin y los bolcheviques>>. Se supone que el apóstol de Badiou estableció los <<fundamentos del universalismo>> en su epístola a los Gálatas: <<No hay judíos ni griegos, ni esclavos ni libres, ni hombres ni mujeres>>. Slavoj Žižek, por su parte, desarrolla este paralelismo entre Pablo y Lenin con ayuda de tres pares de guías: Cristo/Pablo, Marx/Lenin y Freud/Lacan. Pero la idea fundamental que desarrolla en On Belief (2001) es la defensa del genuino valor ético de la creencia incondicional -más política que religiosa- sin establecer compromisos, e incorporando lo que Kierkegaard definía como <<la suspensión religiosa de la ética>>. La crueldad de Lenin y de los fundamentalistas religiosos radicales se presenta por tanto como una postura admirable. Otro de los temas que fascinan a Žižek es el libro de Job que, a su juicio, quizá sea <<la primera crítica moderna de la ideología>>. Por su parte, en Imperio, Michael Hardt y Antonio Negri señalan que la apacible actitud religiosa de san Francisco de Asís ilustra <<la vida futura de la militancia comunista>>. Con su sobriedad característica, Jürgen Habermas, también ha rendido su personal homenaje a la religión:
<<Mientras no encontremos en el ámbito del discurso racional palabras que expresen de un modo adecuado lo que se expresa la religión, [la razón comunicativa]... coexistirá impasible con ella, sin defenderla y sin combatirla>>. Habermas va todavía un poco más allá, y reconoce que su teoría del lenguaje y de la acción comunicativa <<se nutre del legado cristiano>>. <<A mi juicio -observa- los conceptos básicos de la ética filosófica... no logran captar las intuiciones que se expresan de un modo más matizado en el lenguaje de la Biblia>>.
Mientras la Unión Soviética se desmoronaba, el filósofo marxista alemán Wolfgang Fritz Haug, devoto admirador de los intentos de reforma de Gorbachov, se dedicó a estudiar la versión griega original de La ciudad de Dios de san Agustín, es decir, las reflexiones de un gran teólogo sobre la caída de Roma. Hardt y Negri también han hecho referencia a esta misma obra y, con su estilo acrobático característico, comparan el padre de la Iglesia con los *Wobbies estadounidenses de principios del siglo XX. (<<Desde esta perspectiva la Primera Guerra Mundial sería el gran proyecto agustiniano de los tiempos modernos>>). Se podría interpretar que esta fascinación por la religión y los ejemplos religiosos, sobre todo cristianos, es un síntoma de una actitud cultural general que se podría incluir bajo la rúbrica de la posmodernidad. Cuando el futuro alternativo desaparece o se desdibuja, las raíces, la experiencia y los antecedentes cobran importancia. Es lógico que las personas con una formación europea clásica que han madurado en un ambiente no laico y que, en la mediana edad, se encuentran a una distancia segura de las exigencias de la fe, vuelvan la mirada hacia el cristianismo.
En tiempos más recientes, Terry Eagleton, impenitente teórico marxista de la literatura y la cultura, ha regresado al catolicismo de izquierdas de su juventud y defiende el cristianismo de los violentos ataques del ateísmo, y, en sintonía con la teología de la liberación latinoamericana, escribe sobre Jesucristo y sobre los Evangelios desde la perspectiva del problema de la revolución social.
Además, este extraordinario género teológico que cultiva una sección de la izquierda intelectual europea ha sido recientemente apuntalado por el ambicioso estudio sobre <<los marxistas bíblicos>> y las luchas del marxismo contra la religión, desde Gramsci y Blok a Eagleton y Žižek, que ha llevado a cabo Roland Boer.
*Organización laboral, principalmente en EE.UU, dedicada al derrocamiento del capitalismo, activa sobre todo en la década de 1900.