El hombre no pertenece a su lengua ni a su raza; se pertenece sólo a sí mismo pues es un ser libre, es decir, un ser moral (Ernest Renan).
Nazismo y posmodernismo
[...] El posmodernismo ha desplazado la lucha por las reivindicaciones sociales de los socialistas del pasado y lo ha suplantado por el intenso deseo de preservar las culturas.
El objetivo de la lucha posmoderna no es el capitalismo explotador de las clases obreras sino la hegemonía cultural de la modernidad que, según creen, al difundir sus valores por el mundo entero, atenta seriamente contra la integración de las personas. Bajo la presunción posmoderna, en la medida que la cultura (y no la clase social) es la unidad fundamental de la identidad de las personas, cuando la modernidad destruye las formas culturales tradicionales erosiona la integridad de las personas que asientan su identidad en esas culturas.
Por ello, el posmodernismo está abocado a preservar las culturas locales frente a la expansión cultural del Occidente moderno. Por ello, los posmodernos han hecho de la diversidad una de sus banderas ideológicas más emblemáticas. Allí donde la Ilustración ha promovido el universalismo y la unidad de la especie humana, los posmodernos han hecho mucho más hincapié en la valoración de las diferencias entre los seres humanos y en la necesidad de preservar esas diferencias. En el imaginario posmoderno, el mundo debe ser algo así como un gran arco iris, en el cual se manifiestan todo tipo de colores, no sólo en términos raciales sino también culturales, ideológicos, sexuales, etc.
En esto el posmodernismo empieza a paracerce al "racismo científico". Los promotores de éste estaban muchos más interesados en indagar en las diferencias entre los seres humanos por encima de lo que les une como especie. En sus formas más lamentables, el "racismo científico" terminó por promover la idea de que no sólo la especie humana está fragmentada en grupos raciales con profundas diferencias entre sí sino que, además, debe mantenerse así a fin de que cada raza preserve su esencia biológica. De este modo, según los "racistas científicos", la "raza blanca" europea es biológicamente diferente de la "raza negra" africana, y para que cada una preserve su esencia y no degenere sería conveniente mantenerlas separadas. Y en la medida en que se mantengan separadas, podría conservarse la diversidad racial.
Pues bien, los posmodernos no están muy lejos de estas ideas. Por supuesto, en vez de emplear la palabra raza utilizan cultura, pero el argumento es fundamentalmente el mismo. La humanidad está fragmentada en diversos grupos con profundas diferencias entre sí y conviene preservar esa diversidad. Las culturas pueden interactuar entre ellas, pero una no debe afectar culturalmente a la otra, pues sólo así se podrán preservar intactas las antiguas costumbres y se asegurará la continuidad de la identidad cultural.
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El espíritu del pueblo
[...] En su afán por preservar las culturas frente al avance de la hegemonía cultural occidental moderna, los posmodernos terminan por encasillar a los individuos en sus grupos de procedencia. La niña francesa musulmana debe llevar el velo en la escuela porque, puesto que sus padres son argelinos, con ese gesto ella preserva la cultura de sus ancestros. Un indígena que ha estudiado medicina de Bolivia debe incorporar ritos chamánicos a su ejercicio profesional pues de ese modo rescata su cultura de la hegemonía cultural occidental. A un estudiante de historia de piel negra de EE UU debe enseñársele más la historia de los pueblos africanos premodernos que la de Grecia y Roma, pues eso permite que forje su identidad y no se aliene al conocer la historia de una cultura ajena. El niño de apellido Dubois de Quebec debe ser educado en francés (aun si su primera lengua es el inglés) pues de esa manera rescatará el legado cultural de los francocanadienses. Y así sucesivamente.
A simple vista esto parece muy loable. Estas políticas permiten que las personas "rescaten" su legado y no se entreguen como carne de cañón a la influencia cultural de Occidente, pero, visto con mayor rigor, esas propuestas son afines al "racismo científico". Las políticas de identidad terminan por postular que los individuos pertenece a la cultura de sus antepasados y deben rescatarla, aunque esos mismos individuos jamás hayan mostrado esos rasgos culturales. En realidad, a juicio de los posmodernos, el hecho de que el individuo jamás haya mostrado esos rasgos es precisamente un forma de alienación cultural. La joven musulmana que prefiere ir sin velo y viste ropa occidental ha traicionado su legado islámico. El joven estudiante norteamericano de piel negra que prefiere conocer más sobre o Alejandro Magno o Julio César que sobre Shaka Zulu ha sucumbido al dominio occidental y se ha alienado en la cultura del amo. El médico boliviano indígena que prefiere no emplear métodos chamánicos en su ejercicio profesional ha perdido sus raíces y ha sido vencido por la conquista europea.
De esta manera, los promotores de las políticas de identidad plantean que las personas deben llevar, de algún modo, los mismos rasgos culturales que sus ancestros. En otras palabras, los rasgos culturales se heredan, no se escogen. Y no importa cuán integrada esté una persona a una determinada cultura que habría resultado ajena a sus ancestros: esa persona formará parte de la cultura de estos. Así, las políticas de identidad postulan, implícitamente, que los rasgos culturales se inscriben en la biología y, como hemos visto, esta es una idea típica del "racismo científico".
Una muchacha francesa hija de inmigrantes argelinos musulmanes podrá hablar un perfecto francés, defender a ultranza el republicanismo laico, cantar La Marsellesa a pulmón abierto, sentir una gran pasión por Flaubert y a la vez sentir repudio por la poligamia, considerar que el Corán es un libro nefasto y pensar que el uso del velo es opresivo. Pero bajo los postulados de las políticas de identidad , esa muchacha es ante todo de cultura argelina pues esta es su procedencia. En consecuencia, puesto que es ante todo de cultura argelina, debe rescatar el legado cultural argelino.
Pues bien, de esta manera parece defenderse que la cultura argelina está de algún modo inscrita en la biología de esa muchacha. No importa cómo se comporte: siempre será de cultura argelina. Esa muchacha podrá estar muy bien integrada con sus amigas francesas, pero siempre será distinta porque, a diferencia de sus amigas, sus padres son inmigrantes y ella es de otra cultura. Así, al igual que los racistas científicos, los posmodernos quieren inscribir en la biología las diferencias entre los seres humanos. Las personas heredan de sus padres su cultura, pero esta se transmite de algún modo biológicamente, pues hasta una persona que no ha sido criada por sus padres biológicos forma parte de su cultura.
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