Javier Gomá Lanzón (Ingenuidad aprendida)

Puede describirse el estado actual de la cultura como el propio de una cultura ya liberada pero aún no emancipada. La misión civilizadora de la modernidad, que se resume en la liberación del yo, está cumplida. Es cierto que las novelas, el arte y la filosofía que hoy se producen se mantienen caPuede describirse el estado actual de la cultura como el propio de una cultura ya liberada pero aún no emancipada. La misión civilizadora de la modernidad, que se resume en la liberación del yo, está cumplida. Es cierto que las novelas, el arte y la filosofía que hoy se producen se mantienen casi sin excepción en el paradigma anterior, subjetivo-liberatorio, pero por debajo de esa costra endurecida por una larga lucha y por el paso del tiempo, corren nuevas energías que todavía no han encontrado su forma. El hombre ha ampliado inmensamente la esfera de su libertad, pero no ha acordado aún los principios para una ejercitación responsable, social, cívica y virtuosa de esa esfera de la libertad ampliada: a eso se refiere exactamente el diagnóstico sobre una cultura liberada pero no emancipada.
Ese amour de soi que recomendaba Rousseau está sobradamente establecido en nuestros corazones y conciencias. La nueva misión cultural no es ahora abundar aún más en una liberación ya consumada ad nauseam sino en encontrar la manera de armonizar, en convivencia pacífica, a millones de subjetividades enamoradas de ellas mismas y poco acostumbradas a no concederse todos sus deseos, elevados a ley suprema la moralidad. Porque, si bien se mira, es una especie de milagro que el hombre actual acepte las inhibiciones inmanentes a la civilizada vida en común, que supone siempre restricciones a esa libertad individual recién ensanchada y santificada. ¿ Porqué conducirse como persona civilizada si es más auténtico, más sincero, más libre, dar franquicia a las pulsiones bárbaras?. Hoy han de activarse todos los resortes que resulten persuasivos para convencer al hombre a que, en el dilema planteado en la pregunta anterior, acabe inclinando su voluntad hacia un civilizado estilo de vida, pese a todos los fastidiosos gravámenes que conlleva. La tarea civilizatoria ahora pendiente es la urbanización de la espontaneidad instintiva del yo como paso previo a la transformación de éste en pleno ciudadano.si sin excepción en el paradigma anterior, subjetivo-liberatorio, pero por debajo de esa costra endurecida por una larga lucha y por el paso del tiempo, corren nuevas energías que todavía no han encontrado su forma. El hombre ha ampliado inmensamente la esfera de su libertad, pero no ha acordado aún los principios para una ejercitación responsable, social, cívica y virtuosa de esa esfera de la libertad ampliada: a eso se refiere exactamente el diagnóstico sobre una cultura liberada pero no emancipada.
Ese amour de soi que recomendaba Rousseau está sobradamente establecido en nuestros corazones y conciencias. La nueva misión cultural no es ahora abundar aún más en una liberación ya consumada ad nauseam sino en encontrar la manera de armonizar, en convivencia pacífica, a millones de subjetividades enamoradas de ellas mismas y poco acostumbradas a no concederse todos sus deseos, elevados a ley suprema la moralidad. Porque, si bien se mira, es una especie de milagro que el hombre actual acepte las inhibiciones inmanentes a la civilizada vida en común, que supone siempre restricciones a esa libertad individual recién ensanchada y santificada. ¿ Porqué conducirse como persona civilizada si es más auténtico, más sincero, más libre, dar franquicia a las pulsiones bárbaras?. Hoy han de activarse todos los resortes que resulten persuasivos para convencer al hombre a que, en el dilema planteado en la pregunta anterior, acabe inclinando su voluntad hacia un civilizado estilo de vida, pese a todos los fastidiosos gravámenes que conlleva. La tarea civilizatoria ahora pendiente es la urbanización de la espontaneidad instintiva del yo como paso previo a la transformación de éste en pleno ciudadano.

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