"La madurez propia consiste en recobrar la seriedad con que uno jugaba de niño". La sabiduría y la edad no sustituyen de un plumazo a la juventud y a la inocencia. Lo que al viejo le parece ahora sólo un juguete para el niño no fue sólo representación, sino también realidad. Pero también los juguetes actuales del adulto, al menos desde su propio punto de vista, deben parecer realidad en sí mismo. Aplicada a nuestro tema, la metáfora sugiere que en nuestra lucha por enfrentarnos al mundo no sólo simplificamos sino que, además, no podemos pensar que lo hacemos. Para tener el estímulo de elaborar un nuevo pensamiento, una nueva interpretación, un nuevo cuadro, una nueva teoría, novela o moralidad, uno no debe pensar que es simplemente una más entre muchas alternativas posibles; uno debe pensar que es muy bueno, quizá el mejor pensamiento, la mejor interpretación, pintura, teoría, novela o moralidad. Nietzsche escribe que la verdad se crea, no se descubre; pero con todo, considera que debemos concebirla como algo que una vez descubierto obliga a continuar adelante hasta crearla.
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