Ninguna sociedad humana puede ser eminentemente mejor de lo que es actualmente, a menos que contenga una buena proporción de individuos que sepan que su humanidad no es la última palabra y que procuren trascenderla conscientemente. Por eso deberíamos ser profundamente pesimistas con respecto a cosas ante las cuales son optimistas en la mayoría de las gentes, como, por ejemplo, la ciencia aplicada, las reformas sociales y la naturaleza humana, tal como es el promedio de hombres y mujeres. Y por eso, también, deberíamos ser profundamente optimistas ante lo que ellos son tan pesimistas que ni siquiera saben que existe: re refiero a la posibilidad de transcender y transformar la naturaleza humana. No mediante el crecimiento evolutivo, ni en un remoto porvenir, sino en cualquier momento, aquí y ahora si se quiere, y mediante el empleo de la inteligencia y la buena voluntad convenientemente dirigidas.
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