Michel Onfray (El pensamiento posnazi) Contrahistoria de la filosofía X

 HANNAH ARENDT
y "la felicidad pública"


LA PESCADORA DE PERLAS. [...] Hannah Arendt señala que el bolchevismo y el nazismo no son las únicas ideologías, pero que han funcionado porque las masas las han llevado al poder. Indica que existen tres elementos específicamente totalitarios propios de todo pensamiento ideológico. En primer lugar: la ideología no se preocupa por el aquí y ahora, sino por lo que vendrá y va en el sentido de la historia. En segundo lugar: la ideología se libera de cualquier experiencia, se emancipa de la realidad fenomenal prefiriendo un tipo de realidad noumenal más verdadera que la realidad concreta, una realidad noumenal que sólo puede captar una especie de sexto sentido proporcionado por el adoctrinamiento ideológico, en otras palabras, por medio de la propaganda. En esta configuración, siempre hay detrás de la historia otra historia que hay que decodificar, de ahí la teoría del complot, de la conspiración —los trotskistas, los burgueses, los revisionistas, las doscientas familias, los capitalistas para los marxistas-leninistas, los judíos, los comunistas, los francmasones, los banqueros para los nazis. En tercer lugar: la ideología reduce la complejidad de lo real a la simplicidad de una lógica de pretensión científica; no piensa a partir de los real, sino a partir de sus ideas.

La ideología quiere un mundo que prescinda de los hombres y en el cual la lógica tome las decisiones. "El objeto ideal de la dominación totalitaria no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino las personas para quienes ya no existen la distinción entre el hecho y la ficción (es decir, la realidad empírica) y la distinción entre lo verdadero y lo falso (es decir, las normas del pensamiento)" El mundo de la ideología que fue el siglo XX ha profesado un culto a la idea, a las esencias, a los conceptos, a las teorías, a las palabras; al mismo tiempo, rechazaba a los hombres concretos, se burlaba de la realidad, rechazaba los hechos que contradecían a las ideas. Hannah Arendt le escribe a Karl Jaspers, el 6 de febrero de 1955: "La filosofía ha caído en la semántica —y, además, en una semántica de tercer orden" ¿Cómo habría podido reservarle, la comunidad filosófica, el mejor recibimiento?

LA CUESTIÓN SOCIAL. Existe otra razón para ese devenir liberticida de un movimiento libertario. Hannah Arendt contrasta con la historiografía dominante de la Revolución francesa que, marxista, incluso marxista-leninista, efectúa sus lecturas a partir del catecismo: las condiciones económicas, la lucha de clases, el modo de producción de las riquezas, el estado de avance del capitalismo, el rol motor de las masas que harían la historia, etc. Ella recupera el espíritu de un Taine (que ella no cita) que, en Los orígenes de la Francia contemporánea, otorga un rol mayor a las pasiones en la producción de la historia.

Hannah Arendt no duda en hacer entrar la piedad, la compasión, el resentimiento, el encono, el rencor, el odio, la envidia y los celos en sus análisis. No diserta sobre el hombre tal como debería ser o tal como lo imaginan Rousseau y luego Robespierre, es decir, naturalmente bueno, sino que ella reflexiona a partir del hombre tal como es, en otras palabras, en relación con los demás según la lógica de las pasiones —en el sentido que se le da a esa palabra en la gran tradición de los moralistas franceses. Por lo tanto, 1789 es menos el producto del Contrato social o de la filosofía de la Ilustración que el de los afectos humanos. 

Ella plantea de esta manera la cuestión social en términos inhabituales, por fuera de toda compasión fingida o de toda piedad convencida. Sabe que lo que moviliza a las personas a las calles de París en 1789 no es la lectura de La Enciclopedia, sino el hambre. Le otorga un rol mayor a la pobreza, no como categoría económica o política, sino como factor relevante de una lógica psicológica: la pobreza degrada, pues les impone a los cuerpos concretos la brutalidad de la necesidad —comer, beber, dormir, cubrirse con un techo, protegerse del frío, de las intemperies.

Esta fuerza que no sabe adónde va reivindica con qué satisfacer sus necesidades, va a producir rabiosos en los dos sentidos del término —en el sentido corriente y en el sentido histórico que califica una corriente dentro de la Revolución francesa. Son "las fuerzas de la naturaleza, la fuerza de la necesidad de los elementos" de los rabiosos las que van a tomar las decisiones: los revolucionarios que acceden al poder y duran son los que se apoyan sobre esta reivindicación popular. Las masas comprenden que la Constituyente no ha cambiado nada de su existencia en concreto, quieren más y, afirma Hannah Arendt, conducen a su perdición, a través de una intensificación igualitaria que pone la libertad en segundo plano y conduce al gobierno revolucionario en nombre de estas. Escribe: "Fue la necesidad, las necesidades perentorias del pueblo, las que desencadenaron el terror y las que llevaron a su tumba a la Revolución". Afirma más brevemente: "Hubo que sacrificar la libertad frente a la necesidad".

HANS JONAS
y "la tiranía benévola"

EL ÚLTIMO JONAS. Algunos años más tarde, Hans Jonas vuelve sobre esas cuestiones en entrevistas con la prensa reunidas bajo el título Una ética para la naturaleza. Constata que la situación ha empeorado desde El principio de responsabilidad. Ciertamente, la concientización ha realizado considerables progresos, pero el estado del planeta es deplorable: capitalismo y marxismo contribuyeron juntos a la degradación de las cosas y a volver improbable la vida y la supervivencia de la humanidad. No se ha hecho nada para impedir el movimiento y nos acercamos peligrosamente al final fatal: el planeta está superpoblado, hemos condenado a muerte a especies y hemos destruido muchas de ellas. No cree en la posibilidad de que el capitalismo se reforme; no imagina tampoco que el marxismo pueda llevar adelante su proyecto ecológico como lo había creído. Ahora bien, la acción individual no basta. Una élite al tanto de los auténticos problemas nunca llegará al poder. Sabe que, más que nunca, el sistema electoral impide una política digna de ese nombre y obliga siempre al electoralismo. En mayo de 1992, afirma en el Spiegel: "Tengo la sensación de que la democracia, tal como funciona actualmente —y orientada como los es a corto plazo—, nos es efectivamente la forma de gobierno conveniente a largo plazo". En adelante, cree en un "socialismo desencantado" y en el poder de las convenciones internacionales. Tras haber considerado que había muchos profesores de filosofía, pero pocos filósofos, desea finalmente que se les otorgue un rol consultativo a los filósofos en materia política. 

En 1980, el canciller alemán Helmut Schmidt les hace saber a unos periodistas que lleva con él, como lectura de vacaciones, El principio de responsabilidad... A partir de entonces, los socialdemócratas se apoderan de este libro. En el Parlamento, se convierte en una apuesta de debates. Los diputados realizan exégesis del texto en el recinto parlamentario. Proceden unos y otros a interpretaciones contradictorias —es verdad que el libro no es un modelo de claridad estilística, de inteligibilidad argumentativa, de simplicidad formal...

El pensamiento ecológico ha evolucionado considerablemente desde ese libro prínceps publicado en 1979. En los hechos, no se puede imaginar que no haya relaciones entre el principio de precaución y el principio de responsabilidad. El principio de precaución aparece en la cumbre de Río en 1992, luego, el mismo año, en el tratado de Maastricht. Se encuentra, después, en un número considerable de textos jurídicos internacionales. Las viajas democracias lo suscriben mientras que otros países, desinteresados en los derechos del hombre, se burlan locamente de esta reglamentación, confeccionada por antiguos países ricos que abusaron del planeta durante años de prosperidad y que querrían que los países emergentes suscribieran la frugalidad a la cual parecen, desde entonces, restringidos... En vida, Han Jonas, sólo podría concluir que todo empeoró y que la heurística del temor no es una solución. Hay quienes creen que, en adelante, el recurrir a formas tiránicas se impone en nombre del Bien que es la salvación de la humanidad. ¿La dictadura al servicio de la Vida? Un combate inédito.

GÜNTHER ANDERS
y "la obsolescencia del hombre"

"No podemos contentarnos hoy con interpretar la Ética a Nicómaco, mientras se almacenan las cabezas nucleares." GÜNTHER ANDERS, ¿Si estoy desesperado, a mí qué me importa? 

DIRIGIR CON ESTEREOTIPOS. Hay emisiones, pero también hay una forma de disponer las emisiones. Las emisiones particulares, unidas dan la impresión de un todo. El mundo construido por medio de la televisión constituye un estímulo destinado a obtener respuestas de nosotros. Se trata de producir un hombre nuevo exclusivamente alimentado con fantasmas de la realidad. "La tarea de quienes nos suministran la imagen del mundo consiste, pues, en engañarnos componiendo un todo a partir de muchas verdades parciales".

Anders da el ejemplo del naceionalnacionalismo que ha producido una imagen falsa del mundo presentándola como la verdadera: el estereotipo. De esta manera, en una revista nazi, los judíos eran presentados y representados de modo que podemos imaginar que judaizaban el mundo. El estereotipo es falos, pero debe apuntar a un máximo de realismo. El estímulo funcionaba, mantenía la propaganda, pero no se correspondía con nada verdadero, con nada real, con nada concreto. "Que mi representación sea para vosotros mundo", dice la voluntad de quien produce matrices. Así hablaba Hitler". Los millones de asesinatos de la Shoah fueron perpetrados, pues, "apoyándose en imágenes".

Esos estereotipos apuntan a producir un comportamiento. En otras palabras, la dictadura de los regímenes totalitarios obtenían la sumisión a sus órdenes a través de la fuerza, la violencia, la brutalidad, la muerte; actualmente, la televisión y la radio producen el mismo efecto sin violencia, sin brutalidad, sólo creando el deseo por medio del condicionamiento televisivo y auditivo. La servidumbre voluntaria explica la alienación contemporánea. Los hombres quieren lo que se ha querido para ellos. Televisión y radio, pero también fotografías, revistas y publicidades, han producido los estímulos con los cuales fueron obtenidos los resultados. 

Menos sentimos el condicionamiento, más eficaz resulta este. Es necesario hacer desear el consenso; hay que condicionar deseos; hay que estandarizar las necesidades, "Aprende a necesitar lo que se te ofrece. Pues las ofertas son los mandamientos de hoy", este es el tema de nuestra época. Actualmente, quien rechace el condicionamiento pasa por un no cristiano con el pretexto de que mostraría, de esta manera, el orgullo y la falta de humildad; o bien por un demócrata; cuando no por un enfermo social.

Ya no podemos olvidar lo que se tiene. La falta es vivida como hambre, por lo tanto, como un sufrimiento. La dependencia es el modo de la necesidad. A partir del ejemplo de Coca-Cola, Günther Anders escribe: A sí pues, aquí la demanda es el producto de la oferta; la necesidad, el producto del producto. Estamos en un mundo de mercancías y ya no somos más que mercancías entre otras mercancías. Ya no podemos obviar las mercancías: ¿quién podría vivir sin electricidad? ¿Sin auto? Esto sería, propiamente, un suicidio social. 

¿QUÉ ES MONSTRUOSO? ¿Cuándo existe monstruosidad? Cuando hay voluntad de destruir industrialmente millones de personas; cuando se encuentra gente para realizar ese proyecto; desde que unos hombres renuncian a su honor, su dignidad, su humanidad, su libre albedrío para ponerse al servicio de esta ideología. Lo que ha sucedido puede volver y es necesario luchar contra la posibilidad de esa repetición. Anders estima incluso que, si bien hay que llevar a cabo el combate. será difícil ganarlo. Sea lo que fuere, ese combate supone ir a indagar en la raíz de la monstruosidad. Anders propone, entonces, una genealogía del mal.

Günther Anders relaciona el mal, ese mal, ese tipo particular de mal que es la barbarie nazi, con el lugar que ha tomado la técnica en nuestra civilización. Nuestro mundo se volvió enorme, ha dejado de ser el nuestro. Retomando una tesis desarrollada en La obsolescencia del hombre, el filósofo escribe: " lo que en adelante podemos hacer (y lo que, por tanto, hacemos realmente) es más grande que aquello de lo que podemos crearnos una repetición. Existe, por lo tanto, un abismo entre lo que hacemos y lo que podemos representarnos: nuestro hacer excede lo que puede nuestra representación. Nuestra capacidad para hacer no tiene límites; nuestra capacidad para representarnos es limitada. Ya no se concibe lo que podemos desencadenar.

Lo mismo con la percepción. Ni somos capaces de representarnos lo que es monstruoso ni somos capaces de percibirlo. Las pantallas, por ejemplo, minimizan lo real que proponen en imagen reducida —es lo real que, de facto, se encuentra minimizado y reducido, por lo tanto, no visto, no percibido además de no ser concebido. Esta incapacidad para aprehender el mundo en su realidad monstruosa nos restringe a la oscuridad en la cual estamos y nos hundimos poco a poco. Estamos obligados a esta oscuridad por "hombres oscuros" de los que Anders no nos dice quiénes son, pero de los cuales imaginamos con facilidad que son los actores del capitalismo en su fórmula tecnológica —industriales, comerciantes, publicistas, periodistas, cineastas, gente de radio y de televisión. Todo ese mundo oculto contribuye a "la ingeniosa masificación de la que hoy son víctimas quienes carecen de poder".

En otro tiempo, quienes carecían de poder se encontraban francamente excluidos de toda aclaración; actualmente, peor, los que no tienen poder se creen iluminados, pero no lo son e ignoran que no lo son. Cuanto más grande es el progreso, más crece el oscurecimiento. Este "mundo oscurecido" es aquel en el que evolucionamos desde que el reino absoluto de la técnica ha producido esta civilización que es la nuestra. El mal nacionalsocialismo no proviene de una antología cualquiera, de una metafísica, sino de esas condiciones históricas particulares.

En ese mundo, hemos perdido nuestra capacidad para concebir, para percibir, pero también para sentir el mal. "[...] nos convertimos en "analfabetos emocionales" ante informaciones demasiado vastas para nosotros.  Somos fríos, insensibles, impasibles, imperturbables frente a lo que es excesivo o desmesurado. Así: "Seis millones no es para nosotros más que un simple número, mientras que la evocación del asesinato de diez personas quizá cause todavía alguna resonancia en nosotros, y el asesinato de un solo ser humano nos llene de horror". He aquí una nueva raíz de lo monstruoso: "La insuficiencia de nuestro sentir". Estas tres carencias (incapacidad para concebir, incapacidad para percibir, incapacidad para sentir) constituyen la triple fuente de la repetición del mal —ayer Auschwitz, hoy Hiroshima, mañana ¿qué?, cuando no la desaparición de la humanidad en su totalidad. En esta configuración, perdemos todo sentimiento de responsabilidad. 

Onfray, Michel (El vientre de los filósofos)
Onfray, Michel (Filosofar como un perro)
Onfray, Michel (Pensar el islam)
Onfray, Michel (Sabiduría) 

No hay comentarios:

analytics