Francisco Alonso-Fernández ( El talento creador)

El pintor de nuestros días se ha sumergido en los estratos profundos de la personalidad para desde allí, tratar de expresarse y comunicarse con los demás, prescindiendo de la realidad exterior objetiva. Es el triunfo de la subjetividad sobre la realidad ambiental. El pintor moderno ha optado por el vértigo y la zozobra del mundo subjetivo y personal a la vez que ha renunciado al sosiego de la imitación. Esta elección representa quizá la impronta más característica común de los modernos pintores.
Siempre ha habido un componente subjetivo irracional en la obra de arte; lo que ha variado es la dosis y la orientación del énfasis. Antes en la pintura académica u oficial, mal llamada realista, porque toda obra de arte encierra necesariamente un exponente creativo personal, la dosis de lo subjetivo irracional era mínima. Con esta mayor inclinación posológica a la irracionalidad y la subjetividad, la moderna pintura está haciendo frente a la mentalidad tecnocrática.
La postura del moderno pintor se instala en la antípoda del sobrerracionalismo, el hedonismo y la discomunicación, constelación de rasgos que prevalece hoy en nuestro ambiente sociocultural.
He aquí la grandeza del pintor moderno -y cuando hablo de pintor moderno me refiero al pintor de las últimas décadas- formulada con un sentimiento estético polivalente y flexible: es un renovador de los rasgos psicosociales, un auténtico inconformista que muchas veces puede sentirse como un cuerpo extraño no digerido por las circunstancias socioculturales en las que está inmerso.

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