En la placidez de este anochecer de agosto, Yuste y Azorín pasean por el tortuoso camino viejo de Caudete. El cielo se ensombrece poco a poco; comienzan a titilear las estrellas; una campanada toca el Angelus. Y a lo lejos un cuclillo repite su nota intercadente...
Yuste se para y dice:
- Azorín, la propiedad es el mal... En ella está basada la sociedad actual. Y puesto que a su vez la propiedad está basada en la fuerza y tiene su origen en la fuerza, nada más natural, nada más justo, nada más humano que destruir la propiedad...
Azorín escucha silencioso al maestro. Yuste prosigue: -La propiedad es el mal... Se buscarán en vano soluciones al problema eterno. Si el medio no cambia, no cambia el hombre... Y el medio es la vivienda, la alimentación, la higiene, el traje, el reposo, el trabajo, los placeres. Cambiemos el medio, hagamos que todo eso, el trabajo y el placer, sea pleno, gustoso, espontáneo, y cambiará el hombre. Y si sus pasiones son ahora destructivas -en este medio odioso- serán entonces creadoras -en otro medio saludable... No cabe hablar del problema social: no lo hay. Existe dolor en los unos y placer en los otros, porque existe un medio que a aquéllos es adverso y a éstos favorable... La fuerza mantiene este medio. Y de la fuerza brota la propiedad, y de la propiedad el Estado, el ejército, el matrimonio, la moral.
Azorín replica:
- Un medio de bienestar para todos supone una igualdad, y esa igualdad...
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