Además, no tenemos ninguna razón para suponer que la globalización económica se traduce sin más en libertad política. La apertura de China y otras economías asiáticas no ha hecho más que transferir la producción industrial de las zonas de salarios altos a las de salarios bajos. China <<como muchos otros países en desarrollo>> no sólo es un país de salarios bajos: también, y sobre todo, es un país de <<derechos bajos>>. Y es la falta de derechos lo que mantiene los salarios bajos y seguirá haciéndolo durante mucho tiempo, al tiempo que rebaja los derechos de los trabajadores de los países con lo que China compite. El capitalismo chino, lejos de liberalizar las condiciones de las masas, construye aún más su represión.
En cuanto a la ilusión de que la globalización pondrá coto a los gobiernos y facilitará la aparición de Estados corporativistas de mercado, en los que las poderosas corporaciones internacionales dominarán la elaboración de la política económica internacional, la crisis de 2008 reveló que no era más que un espejismo. Cuando los bancos se hunden, el desempleo aumenta drásticamente y hacen falta medidas correctivas a gran escala, <<no hay Estado corporativista de mercado>>. Sólo existe el Estado como lo conocemos desde el siglo XVIII. Es todo lo que tenemos.
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