Alfonso López Quintás (La Tolerancia y la Manipulación)


Para qué se manipula al hombre 

A las personas y a los pueblos se los manipula para adquirir dominio sobre ellos e incrementar el propio poder: poder político, económico, cultural... Actualmente, se intenta dominar a personas y pueblos de forma masiva y fácil. Dominar a las personas individualmente resulta muy lento - aunque parezca extraño - es más difícil que sojuzgar espiritualmente a todo un pueblo a la vez. Para conseguirlo, basta reducir los grupos sociales a meras <<masas>>.

Reducción de las comunidades a masas por vía de asedio interior

La reducción de un grupo social a mera masa se logra con relativa facilidad mediante un tipo solapado de asedio interior. Si se cerca a un grupo humano y se lo acosa desde fuera, se lo insta a cerrarse sobre sí e incrementar la cohesión de sus miembros. La resistencia que éstos ofrecen a dejarse vencer resulta prácticamente invencible. Invencible, porque las personas cohesionadas entre sí forman una estructura, una unidad constelacional, en la que todos sus miembros se hallan entretejidos, se sostienen unos a otros, instauran un orden vivo, flexible, resistente. Por eso una realidad bien estructurada, aunque sea monumental, es sólida pero no pesa, resulta leve y grácil, bien sea una catedral, bien una sinfonía extensa o una obra literaria de altos vuelos. Al estar dotada de tal levedad, energía y solidez, la comunidad humana resulta impugnable, pues las diversas formas de hostilidad exterior no hacen sino potenciar las virtualidades defensivas de la misma. 

Todo tirano, toda persona o grupo afanoso de poder a cualquier precio percibe claramente que lo más eficaz, aunque no lo más rápido, es sustituir el asedio exterior por el interior. Éste consiste en desvincular a tales personas de cuanto fomenta su poder creador. Una persona creativa forma modos elevados de unidad con otras personas, con instituciones, con el pueblo y el paisaje, con otras culturas, con diversos valores...Estos modos relevantes de unión tejen la trama de la vida comunitaria y le otorgan tal firmeza que la hacen impermeable al acoso exterior. Esta eficacia creativa pende de la vinculación del hombre con las realidades del entorno. Y esta vinculación es proyectada, sostenida e incrementada merced a la capacidad de descubrir los valores, entusiasmarse con ellos y asumirlos activamente en la propia vida como impulso, sentido y meta de la misma.

La anulación de la creatividad mediante el fomento de la experiencia de vértigo

La pregunta decisiva es ahora ésta: ¿De dónde arranca esa sensibilidad del hombre que le hace abrirse a la revelación de los valores, escuchar sus apelación, volverse receptivo a la misma, vibrar con su excelencia, sobrecogerse ante su grandeza? Procede de su actitud inicial de generosidad, que lo dispone a realizar experiencias de éxtasis o de encuentro.

Para tornar al hombre a los valores, debilitar su convicciones éticas, ahogar sus ideales y amenguar al máximo su capacidad de fundar modos valiosos de vida comunitaria, la vía regia -siniestra, pero eficacísima- es fomentar en las gentes las experiencias de vértigo. Estas exaltan al principio, prometen una conmovedora y rápida plenitud, y vacían al hombre por dentro. La impresión de ser succionado por el vació que experimentamos al vernos privados de cuanto nos lleva a plenitud constituye el vértigo espiritual.

El proceso de vértigo deja al hombre sin defensas interiores frente a las diferentes formas de seducción que moviliza el manipulador. Por eso el fomento de las experiencias de vértigo es la forma radical de manipulación, la raíz de todas las demás, la que las hace posibles y rentable.

Nadie en una democracia debiera ignorar que el fomento de las experiencias de vértigo o fascinación y la concesión de amplias libertades para realizarlas significa un incremento de la libertad de maniobra en cada persona, pero es a la vez el medio más rápido, contundente y fácil para someter al pueblo entero a servidumbre espiritual.

Vinculación de creatividad y comunidad

Grabemos bien esta idea: El hombre creativo es hombre comunitario, no gregario; funda modos de vida en comunidad, en la cual cada uno de los miembros despliega al máximo su personalidad y la de los demás.

Este nexo entre creatividad y fundación de vida comunitaria queda al descubierto con sólo anotar algunas de las condiciones de la capacidad creadora. ¿Que significa ser creativo? Entre otras muchas propiedades, la creatividad incluye las siguientes:

- saber pensar con libertad interior, sin prejuicios y tópicos sociales sino de forma ajustada a las exigencias de la realidad;

- tener sensibilidad para descubrir la importancia de los valores, y fuerza de voluntad para asumirlos activamente como una voz interior;

- se capaz de captar que el hombre es un <<ser de encuentro>> y llega a plenitud cuando sabe valorar debidamente los modos superiores de unidad y concederles primacía en la escala de las propias opciones personales; poseer lucidez y decisión para jerarquizar los diferentes bienes y valores que se nos ofrecen a lo largo de la vida.

El que dispone de estas capacidades está bien pertrechado para elegir el auténtico ideal de la vida, orientar su conducta por el cauce de normas éticas fecundas y ejercitar las diferentes virtudes. En efecto. El que sabe captar los distintos valores y jerarquizarlos intuye que en la vida del hombre no hay valor superior al encuentro, que es la forma suprema de unidad. Las normas éticas marcan la línea de conducta que instaura ese modo relevante de unidad. Y las virtudes son las condiciones necesarias para realizar el entreveramiento de ámbitos personales que denominamos encuentro.

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