La cultura no sólo está recortada ya en piezas sueltas sino también en dos bloques. La gran desunión que existe entre la cultura de las humanidades y la cultura científica, comenzada en el siglo pasado y agravada en el nuestro, entraña graves consecuencias para ambas. La cultura humanista es una cultura genérica, que, por medio de la filosofía, el ensayo, la novela, alimenta la inteligencia general, se enfrenta a los grandes interrogantes humanos, estimula la reflexión sobre el saber y favorece la integración personal de los conocimientos. La cultura científica, de naturaleza totalmente distinta, separa los campos del conocimiento, suscita admirables descubrimientos, teorías geniales, pero no una reflexión sobre el destino humano y sobre el curso de la ciencia misma. La cultura de las humanidades tiende a volverse como un molino privado del grano de los logros científicos sobre el mundo y sobre la vida que debería alimentar sus grandes interrogantes; la cultura científica, privada de reflexividad sobre los problemas generales y globales, pasa a ser incapaz de pensarse ella misma y de pensar los problemas sociales y humanos que plantea.
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