Se atreven a decirnos que el Estado ya no puede garantizar los costos de estas medidas ciudadanas. Pero ¿cómo puede ser que actualmente no hay suficiente dinero para mantener y prolongar estas conquistas cuando la producción de riqueza ha aumentado consideradamente desde la Liberación, un periodo en el que Europa estaba en la ruina? Pues porque el poder del dinero, tan combatido por la Resistencia, nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta la más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interes general. Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por el dinero.
El motivo fundamental de la Resistencia fue la indignación. Nosotros, veteranos de la Resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia Libre, apelamos a las jóvenes generaciones a dar su vida y transmitir la herencia de la Resistencia y sus ideales. Nosotros les decimos: coged el relevo, ¡indignaos! Los responsables políticos, económicos, intelectuales y el conjunto de la sociedad no pueden claudicar ni dejarse impresionar por la dictadura actual de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia.
Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es un valor precioso. Cuando algo te indigna como a mí me indigno el nazismo, te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido. Pasas a formar parte de esa corriente histórica, y la gran corriente debe seguir gracias a cada uno. Esa corriente tiende hacia mayor justicia, mayor libertad, pero no hacia esa libertad incontrolada del zorro en el gallinero. Esos derechos, cuyo programa recoge la Declaración Universal de 1948, son universales. Si os encontráis con alguien que no se beneficia de ellos, compadecedlo y ayudadlo a conquistarlos.
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