¿Qué es esto? El hombre se azuza a sí mismo o se pone bozal, como si fuese su propio perro; se arrea a latigazos sobre sus propias carnes o, embridado por propia mano y propia voluntad, refrena su carrera estirándose hacía atrás las comisuras de los labios con el hierro del bocado, como si fuese su propio caballo; o, en fin, si hay que clavar un clavo, se empuña por los tobillos y golpea con la nuca la cabeza del clavo, como si fuese su propio martillo. ¡María santísima, qué barbaridad!
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