Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo - en bien o en mal - por razones especiales, sino que se siente <<como todo el mundo>>, y, sin embargo, no se angustia, se siente a sabor al sentirse idéntico a los demás. Imagínese un hombre humilde que al intentar valorarse por razones especiales - al preguntarse si tiene talento para eso o lo otro, si sobresale en algún orden - advierte que no posee ninguna calidad excelente. Este hombre se sentirá mediocre y vulgar, mal dotado, pero no se sentirá <<masa>>.
Cuando se habla de <<minorías selectas>>, la habitual bellaqueria suele tergiversar el sentido de esta expresión, fingiendo ignorar que el hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores. Y es indudable que la división más radical que cabe hacer en la humanidad está en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfeccionar sobre sí mismos, boyas que van a la deriva.
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