Debemos aprender a pensar. Aprender a pensar es contrastar lo que nos dicen, lo que nos <<venden>>, lo que nos repiten machaconamente desde mil sitios con el lenguaje de los hechos. Un hecho vale más que mil imágenes. Hoy más que nunca los asesores de imagen deben maquillar la realidad, deben maquillar a su clientes- grandes santones de la economía política-, para que no veamos sus arrugas. El pensador es un desmaquillador. Ya sabe el pensador que todo maquillaje supone y presupone arrugas. Su deber es quitar el maquillaje y descubrir las arrugas. Ya nos advirtió Ortega y Gasset que el político tiende a oscurecer los asuntos públicos y el pensador tiende a esclarecerlos.
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