El <<termino medio>> de la virtud aristótelica coloca a la ética en el lugar justo: el de la decisión, previa deliberación, único reducto desde el que cabe hablar de libertad o autonomía moral. Porque la libertad para nosotros no es ni será nunca <<conocimiento de la necesidad>>; tampoco es <<libertad de la voluntad>>, ese oscuro concepto que Schopenhauer renunció a entender. Es, por lo contrario, indeterminación, indecisión y duda, precisamente allí donde la incertidumbre más nos duele porque no podemos ni debemos eludir la decisión. Al fin y al cabo, ya Platón desistió de su proyecto de conseguir reyes sabios y buenos, no sólo porque la voluntad es débil, sino porque la ignorancia forma parte de nuestras limitaciones, y son éstas precisamente las que provocan la reflexión ética. Sin las escaseces, miserias y deficiencias que sufrimos, la ética carecería de estímulos para desarrollarse.
* Victoria Camps (Elogio de la duda)
* Victoria Camps (Elogio de la duda)
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