El sastre del hotel le probó el uniforme de ascensorista, cubierto exteriormente con botones y trencilla dorados de una forma suntuosa: al ponérselo, sim embargo, Karl se estremeció un poco porque, especialmente en las axilas, la chaquetilla estaba fría, rígida y, al mismo tiempo, irremediablemente húmeda por el sudor de los ascensoristas que la habían llevado antes que él. Hubo que ensanchar el uniforme para Karl, sobre todo en el pecho, porque ninguna de las diez chaquetillas que había le estaba bien ni por casualidad. A pesar de los arreglos que huvo que hacer y aunque el sastre parecía muy meticuloso (dos veces devolció al taller con sus propias manos el uniforme ya terminado), todo ello exigió cinco minutos apenas y Karl salió del taller vestido ya de ascensorista, con unos pantalones ceñidos y una chaquetilla muy estrecha, a pesar de las decididas afirmaciones en sentido contrario del sastre, que una y otra vez lo incitaba a hacer ejercicios de respiración para ver si realmenrte podía respirar.
* Franz Kafka (Carta al padre)
* Franz Kafka (Carta al padre)
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