Fue en el transcurso de una de estas jams cuando Tete Montoliu conoció a Don Byas, iniciándose entre ambos una buena amistad y una interesante relación musical que significarían para el pianista su acercamiento definitivo al jazz re-bop. Byas había tocado con Parker, Gillespie y otros muchos boppers antes de llegar a Barcelona y conocía perfectamente la concepción rítmica y armónica del nuevo estilo, aunque tocaba de una manera más clásica que ellos. En el futuro inmediato el re-bop se convertiría en agrio motivo de controversia, que iría en aumento a medida que llegaban a Barcelona las noticias del notorio éxito en Estados Unidos de los disco de Parker y Gillespie, a los que se podía tener acceso a través de las emisoras de radio extranjeras. La crítica especializada comenzaba a interrogarse sobre el futuro del jazz, y los aficionados más puristas se aliaban con las teoría de Hugues Panassié en su defensa del jazz "verdadero" criticando ferozmente cualquier estética innovadora. Entre los aficionados más jóvenes, mucho menos radicales, la actitud hacia la nueva tendencia era más positiva y mostraba curiosidad y entendimiento ante la creatividad musical y los alardes técnicos de los boppers.
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