Vittorio Possenti (La revolución biopolítica) La peligrosa alianza entre materialismo y técnica

[...] La biopolítica de rumbo augenésico acentúa la capacidad de cambio antropológico y social y de poner en crisis la dignidad de la persona, noción que sustituye por la de calidad de vida. Para la mentalidad eugenésica, el valor de la vida humana no depende de lo que se es, sino de lo que se puede hacer. En otras palabras, vuelve el problema de las <<vidas que no son dignas de ser vividas>>.

El movimiento eugenésico ha sido importante en los primeros decenios del siglo XX, y ha proliferado en bastantes estados, entre ellos, Alemania, Francia, Estados Unidos y Suecia, a menudo con tinte <<socialdemócrata>>, como una prolongación del Estado de bienestar.

Durante mucho tiempo, fue importante y soterrado el programa eugenésico de esterilización obligatoria lanzado en varios estados de Estados Unidos, empezando por Indiana, donde, en 1907, entró en vigor la primera ley de esterilización forzosa. La praxis fue introducida sucesivamente en 29 estados y continuó hasta 1979 con la aprobación de la American Eugenics Society y de diversos presidentes federales, financiada abundantemente por muchos grandes magnates. En esto fue especialmente relevante la postura de Oliver Wendell Holmes (1841-1935), juez de la Corte Suprema de Estados Unidos, considerado por muchos como la figura preeminente de la historia del Derecho americano. Holmes, pensaba que era necesario mejorar la raza humana por la selección y creación de una raza elegida, incluso esterilizando a las personas con problemas mentales. En la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Buck vs Bell (1927), redactada por Holmes, se lee: <<En mejor para todos, en lugar de esperar hasta eliminar a crías degeneradas por cometer crímenes, o dejar que se mueran de hambre por su estupidez, que la sociedad pueda deshacerse de quienes son claramente incapaces de perpetuar la especie... Tres generaciones de deficientes son ya bastantes>>. Bueno, una postura a favor de la eugenesia, ligada a convicciones naturalistas, positivistas y darwinianas de Holmes, Era la <<guerra contra los débiles>>, como la ha llamado Edwin Black en su libro The War Against the Weak: Eugenics and America´s Campaign to Create a Master Race ( editado por Basic Books en 2003).

La frase <<tres generaciones de imbéciles son ya bastantes>> fue citada por algunos jefes nazis durante los juicios de Núremberg, en su propia defensa. Estaba relacionada con la supresión, por parte de Holmes, del sentido de lo humano y de la dignidad personal: <<No veo razón para atribuir a un hombre un valor como especie diferente de la propia de un babuino o de un grano de arena... Pienso que la sacralidad de la vida humana es un ideal exclusivamente local, que no tiene validez fuera de su jurisdicción. Creo que la fuerza, atenuada hasta ahora como se ha podido por la buena educación es la última ratio... Toda sociedad se sostiene por la muerte de personas>>

Actualmente la genética tiende a desarrollarse en concreto como <<eugenesia liberal>>, que según Habermas, <<pasando por alto las diferencias entre intervenciones terapéuticas y las mejorativas, deja al gusto particular de los usuarios en el mercado la tarea de definir los objetivos de las intervenciones correctivas>>. Pero quizás también esta definición sea insuficiente, porque no se trata solo de operaciones correctivas del genoma, sino de la idea misma de vida sin calidad e indigna de ser vivida: se insiste, de hecho, en muchos lados, en la intrínseca inmoralidad de traer al mundo hijos con varias enfermedades genéticas y se construye un pretendido derecho a no nacer.

La eugenesia actual con este enfoque, suave y democrático, rechaza cualquier asomo de que la comparen con el nazismo, del cual al fin y al cabo no difiere tanto: si los nazis practicaban una eugenesia positiva con el objetivo de mejorar la raza aria, y una negativa suprimiendo las razas que consideraban inferiores y a los individuos enfermos o <<tarados>>, la eugenesia actual se fija sobre todo en no dejar nacer a los menos capaces. Se reserva la última palabra sobre cómo debería ser el hombre para que se le conceda el derecho a nacer, a pesar de que el portador de una enfermedad genética y el sano tienen el mismo derecho a la vida. La eugenesia high tech, especializada, utilitarista, refinada, sugiere que a los discapaces les cuadra el dicho: <<Mejor muertos que vivos>>. Para la mentalidad eugenésica, la solución es acabar con la enfermedad terminando con el enfermo, no hacer la guerra respetando al paciente. El tema exige decisiones atrevidas, en lo social y en lo económico, también de las políticas sanitarias con ayudas concretas a los enfermos, incluidos los genéticos.

En el proyecto eugenésico actual, el sujeto prenatal, tomado como simple bíos, queda completamente privatizado y sujeto al veredicto del dominio técnico, quien, a su vez, induce la expectativa del hijo perfecto. ¿Hemos de conceder a la técnica la última palabra sobre quién es considerado digno de vivir y quién no? Esto significa que adoptamos como criterio de admisión a la vida humana no un criterio de dignidad, sino uno de eficiencia y salud, según la medida que impone la técnica. La procreación se convierte en producción, el hijo en producto médico, el cuerpo de la mujer en un mero lugar de tránsito, perfectamente transitable por las tecnologías y que pronto se convertirá en superfluo, por el útero y los embarazos artificiales.

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