Hannah Arendt (La última entrevista) y otras conversaciones


PENSAMIENTOS SOBRE POLÍTICA Y REVOLUCIÓN

Entrevista con Adelbert Reif
Crisis de la República
Verano de 1970

A.R.: Los filósofos y los historiadores marxistas, en un sentido amplio del adjetivo, opinan que en esta fase del desarrollo histórico solo existen dos posibles alternativas para el futuro: capitalismo y socialismo. Según su punto de vista, ¿existe otra alternativa?

H.A: No veo tal alternativa en la historia ni sé lo que esta nos depara. Dejemos de hablar de cuestiones altisonantes como <<el desarrollo histórico de la humanidad>>. Lo más probable es que la historia tome un camino que no corresponda a ninguna de esas dos opciones, y esperemos que nos sorprenda.

Pero contemplemos por un momento sus dos alternativas, desde un punto de vista histórico. El realidad todo comenzó con el capitalismo, un sistema económico que nadie había planeado ni previsto. Este sistema, como es sabido, debe su inicio a un enorme proceso de expropiación que nunca a lo largo de la historia había tenido lugar de ese modo, es decir, sin conquista militar. La expropiación, la acumulación inicial de capital, fue la ley conforme a la cual el capitalismo surgió y ha avanzado paso a paso.  Ahora bien, no sé cómo se imaginaba la gente el socialismo. Si nos fijamos en lo que realmente la ocurrido en Rusia, vemos que el proceso de expropiación se ha llevado más lejos; y podemos observar que algo parecido está ocurriendo en los modernos países capitalistas, donde parece que el viejo proceso de expropiación ha vuelto a desatarse. Impuestos excesivo, devaluación de facto de la moneda, inflación emparejada con recisión: ¿qué son sino formas relativamente suaves de expropiación?

Solo en los países occidentales existen obstáculos políticos y legales que constantemente impiden que este proceso de expropiación alcance un punto en el que la vida resultaría insoportable. En Rusia, por supuesto, no hay socialismo, sino socialismo de Estado, que viene a ser lo mismo que tendríamos si hubiese capitalismo de Estado; es decir, la expropiación total, la cual emerge cuando todas las garantías políticas y legales de la propiedad privada han desaparecido. En Rusia, por ejemplo, ciertos grupos disfrutan de un altísimo nivel de vida: disponen de coches, casas de campo, muebles caros, limusinas con chófer, etcétera. El único problema reside en que nada de lo que tienen a su disposición les pertenece: el gobierno puede quitártelo todo en cualquier momento. 

[...] A diferencia de las teorías y las ideologías, todas nuestras experiencias nos indican que el proceso de expropiación, que comenzó con el auge del capitalismo, no se detiene en la expropiación de los medios de producción: solo las instituciones legales y políticas que son independientes de las fuerzas económicas y sus automatismos pueden controlar y poner freno a las enormes potencialidades inherentes a este proceso. Estos controles políticos parecen funcionar mejor en los denominados Estados del bienestar, ya se llamen a si mismos socialistas o capitalistas. Lo que protege la libertad es la división entre el poder gubernamental y el económico, o dicho en lenguaje marxista, el hecho de que el Estado y su constitución no sean superestructuras.

Lo que nos protege en los llamados países capitalistas de Occidente no es el capitalismo, sino un sistema legal que evita que se realice la fantasía de la dirección de las grandes empresas de penetrar en la esfera privada de sus empleados. Pero estos sueños se hacen realidad dondequiera que el propio gobierno se convierte en empleador. 

[...] Si yo tuviese que juzgar esta evolución desde un punto de vista marxista, diría que quizás la expropiación está, en efecto, en la naturaleza misma de la producción moderna, y que el socialismo, tal como Marx creía, no es más que el resultado inevitable de la sociedad industrial iniciada por el capitalismo. Así pues, la cuestión es cómo podemos mantener este proceso bajo control y evitar que degenere, bajo un nombre u otro, en las monstruosidades en las cuales ha caído en los países del Este. 

[...] Fundamentalmente, es una cuestión de cuánta propiedad y cuántos derechos podemos permitir que una persona posea incluso bajo las muy inhumanas condiciones de gran parte de la economía moderna. Pero que nadie hable de la <<propiedad de las fábricas por parte de los trabajadores>>. Si reflexionamos un poco, veremos que la propiedad colectiva es una contradicción en términos. La propiedad es lo que me pertenece, por definición, hace referencia a lo que es mío. Evidentemente, los medios de producción de otras personas no deberían pertenecerme; quizás podrían ser controlados por una tercera autoridad, lo cual significaría que no pertenecen a nadie. Y el peor propietario posible sería el gobierno, a menos que sus poderes en esta esfera económica estén estrictamente controlados y frenados por un poder judicial verdaderamente independiente. Hoy en día, nuestro problema no consiste en cómo expropiar a los expropiadores, sino más bien en cómo actuar para que las masas puedan recuperar la propiedad que la sociedad industrial les ha quitado en los sistemas capitalistas y socialistas. Esta es razón más que suficiente para mostrar que la alternativa entre capitalismo y socialismo es falsa -ninguno de los dos existen en ningún sitio en su estado puro, y además se trata de gemelos con distintos sombrero.

[...] Entonces, ¿qué ha hecho el socialismo o comunismo, tomado en su forma pura? También ha destruido a esta clase, sus instituciones, los sindicatos y partidos obreros, y sus derechos: la negociación colectiva, la huelga, el seguro de desempleo, la seguridad social. En su lugar, esos regímenes ofrecieron la ilusión de que las fábricas eran propiedad de la clase trabajadora -la cual había sido abolida precisamente como clase- y la atroz mentira de que el desempleo ya no existía, una mentira basada tan solo en la verdadera inexistencia del seguro de desempleo. En esencia, el socialismo simplemente ha continuado y llevado al extremo lo que el capitalismo comenzó. ¿Por qué debería ser el remedio?

* Hannah Arendt (Los hombres y el terror) y otros ensayos
Hannah Arendt (En el presente) Ensayos políticos

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