Cuando los lingüistas hablan de la significación de una palabra cometen, más o menos a sabiendas, una impropiedad. Por la sencilla razón de que una palabra no es nada. No hay una palabra; hay sólo esta palabra con otras palabras en una frase. Y el auténtico significado de una palabra es el que tenga en una frase determinada. Separada de ella se convierte en fragmento de sí misma, en mero trozo o esquema. La palabra es un mínimo órgano inseparable del organismo de la frase, y sólo en la totalidad de ésta cobra y rinde su propio sentido, como una cabeza o un brazo no son propiamente si no están insertos en un tronco. Hasta aquí, sin embargo, llegan con nosotros los lingüistas. El sentido de una frase no está íntegro. Una frase se piensa y se dice en alguna situación vital, y sólo en ella posee su pleno sentido. Es decir, que una frase se piensa y se dice por algo y para algo, como órgano del organismo que es una situación vital determinada.
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