Mi vida me es dada, pero no me es dada hecha, sino que la tengo que hacer, es un quehacer; por supuesto, con las cosas, con el conjunto de mi circunstancia, que tengo que tener presente y sobre la que tengo que proyectar mis interpretaciones y proyectos. Ningún sistema de instintos - en el hombre, muy pobres y débiles - puede orientarme, como sucede al animal. No tengo más remedio que elegir, decir en cada instante lo que voy a hacer, el qué voy a ser; es decir, tengo que pensar. El hombre no puede vivir más que justificando lo que hace, razonando. Esto es lo que Ortega llamó desde 1914 razón vital, aquella sin la cual es imposible la vida humana.
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