Alain Badiou (El despertar de la historia)

Una corriente importante de la filosofía política sostiene que una característica de la política es ser, y debe permanecer, ajena a la noción de verdad. Esta postura, muy mayoritaria hoy, afirma que toda articulación del proceso político a la noción de verdad cae en una presunción totalitaria. De este axioma, en realidad un axioma liberal o, para ser más precisos, un axioma liberal de <<izquierdas>>, se deduce que en política lo que hay es opiniones. De una forma más sofisticada podemos decir que en política lo que hay son juicios y las condiciones para estos juicios.
Como podrán observar, quienes sostienen esto nunca sostendrían que en la ciencia, en el arte, o incluso en la filosofía, lo que hay son opiniones. Se trata de una tesis propia de la filosofía política. Su argumentación se remonta a Hannah Arendt, a los liberales ingleses, quizás a Montesquieu, e incluso a los sofistas griegos. Esta tesis viene a decir que lo que está en juego en política (se sobreentiende que democrática pues las otras políticas, para nuestros liberales de izquierdas, no son realmente políticas), es el ser-conjunto y debe construir un espacio pacífico donde puedan desarrollarse las opiniones más dispares y hasta contradictorias, aunque haya que ponerse de acuerdo (y este es en realidad el quid de la cuestión) sobre unas <<reglas de juego>> que permitan determinar sin grandes conflictos la opinión que de forma provisional va a prevalecer.
Estas reglas, como sabemos, no son otra cosa que el cómputo de votos. Nuestros liberales afirman que si existe una verdad política, esta necesariamente va a ejercer una presión, elitista en el mejor de los casos y terrorista en el pero (el paso de una a otra, que es el paso de Lenin a Stalin, para los liberales es casi obligatorio) sobre el régimen oscuro y confuso de las opiniones. Esta tesis está muy extendida entre los intelectuales occidentales desde hace unos treinta años, es decir desde la instauración del periodo de reacción, del llamado <<periodo de intervalo>>, cuyo comienzo se remonta a finales de los años setenta.
Pero puede que, como nos están diciendo algunos pueblos y situaciones en un leguaje revolucionario aún impreciso, este periodo esté llegando a su fin y que se esté iniciando un despertar de la Historia. Debemos, por lo tanto, recordar la Idea revolucionaria, inventando, a la luz de lo que está en camino, su nueva forma.
Lo que caracteriza de forma abstracta y filosófica a la Idea política revolucionaria es, precisamente, concebir que existen verdades políticas y que la acción política es por sí misma una lucha prolongada de lo verdadero frente a lo falso. Cuando hablo de verdad política no me refiero a un juicio sino en realidad a un proceso: una verdad política no es <<digo que yo tengo razón y que el otro se equivoca>> o <<tengo razón a preferir a x gobernante y al detestar a x oponente>>. Una verdad es algo que existe en su proceso activo y que se manifiesta en tanto que verdad, en las diferentes circunstancias que atraviesa este proceso. Las verdades no son anteriores a los procesos políticos, en absoluto se trata de comprobarlas o de aplicarlas. Las verdades son la realidad misma en tanto que procesos de producción de novedades políticas, de episodios políticos, de revoluciones políticas, etc.
Verdades. ¿pero de qué? Verdades de lo que en realidad es la presentación colectiva de la humanidad como tal (lo común del comunismo). O: la verdad de aquello de lo son capaces los seres humanos, más allá de sus intereses vitales, para lograr que la justicia, la igualdad y la universalidad existan (la presencia práctica de lo que la Idea es capaz). Podemos constatar fácilmente que una buena parte de la opresión política consiste en la negación encarnizada de esta capacidad. Nuestros liberales perpetúan esta negación: cuando decimos que sólo existen opiniones, inevitablemente la opinión dominante, la opinión que poseen los medios materiales, financieros, militares, mediáticos, de la dominación, es la que va a imponerse como consecuencia o como marco general dentro del cual existirán otras opiniones.

* Alain Badiou y Slavoj Žižek (Filosofía y actualidad)
* Alain Badiou (¿Qué hacer?) El capitalismo, el comunismo y el futuro...

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