Lewis Munford (El mito de la máquina)

El establecimiento de la identidad humana no es un problema moderno. El hombre tuvo que aprender a ser humano, como ha tenido que aprender a hablar, y tal paso de la animalidad a la humanidad, decisivo, aunque gradual y sin fechas, y que aún está por completar, se fue dando mediante los esfuerzos del hombre para modelarse y remodelarse a sí mismo, pues hasta que pudo establecer para sí una personalidad identificable, aunque ya no era animal, todavía no conseguía ser hombre. Tal autotransformación fue, sin duda alguna, la primera misión de la cultura humana; en efecto, todo avance cultural, aun hecho sin esta intención, es un esfuerzo para rehacer la personalidad humana. Desde el punto en que la naturaleza cesó de moldear al hombre, este emprendió (con la audacia que da la ignorancia) la improba tarea de modelarse a sí mismo.
Si Julian Huxley tiene razón, la mayoría de las posibilidades fisiológicas y anatómicas de la vida orgánica, fueron agotadas hace unos dos millones de años: <<El tamaño, la velocidad, la eficiencia sensorial y muscular, las combinaciones químicas, la regulación de la temperatura, y todo lo demás>> (a lo que hay que agregar un casi infinito número de cambios, mayores y menores), han sido modificaciones probadas tanto en el color como en la textura y la forma. Apenas eran posibles innovaciones radicales de valor práctico o significativas en el ámbito puramente orgánico, aunque siguieron produciéndose muchas mejoras, como el continuo desarrollo del sistema nervioso de los primates. El hombre abrió nuevos caminos evolutivos mediante la autoexperimentación; mucho antes de que intentara dominar su entorno físico, intentó transformarse a sí mismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿qué buen blog! excitamis neuronas Graciela

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