Alberto Olmos (Ejército enemigo)

-Ayudar, apadrinar, concienciar, manifestarse, defender, protestar, donar, reciclar, solidarizarse... Suenan bien. Seguramente el persianero, el padre de tu amigo -pensé enseguida: <<Tu novio?>> -no hace nada de eso, ni apadrina negritos ni lleva una pegatina en el coche de <<Ahorro agua>> o lo que sea. Y cuando vosotros, con perdón, hacéis proselitismo, siempre dais la impresión de situaros en un plano moral superior, de estar a la vanguardia del algo que, sin duda, es mejor que lo que tenemos, y de tener que aguantar el lastre de muchas personas que no hacen nada para mejorar el mundo. Sin embargo, ese tío arregla persianas, y el otro mete cajas de cerveza o barriles en un bar, y el otro conduce el autobús. Eso no sólo es hacer algo, sino que es hacer lo mínimo necesario para que el mundo, joder, funcione un poco. Quiénes sois vosotros para joderles con que, además de tener un trabajo socialmente deplorado, encima son unas malas personas, gente que no echa una mano a la gran causa. No nos engañemos, la solidaridad es una forma de ocio, una ficción para el puro entretenimiento de personas con mucho tiempo libre. Los jóvenes, sobre todo. Espera diez años, y verás a todos esos amigos tuyos solidarios dejar en la estacada a todos los pobres del Mundo. Como mucho, reciclarán su basura correctamente, pero en cuanto tengan una hipoteca y un par de mocosos, verás tú lo que aportan. Un clic en un baner de su periódico digital favorito, como mucho. Ayuda a Bolivia. Clic.

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¿Cuántas mujeres mueren al año en nuestro país por culpa de la violencia doméstica?
- Cien, creo. Unas cien.
_ Unas cien, sí. Bueno, ¿sabes cuántas personas se suicidan, también en un año, también en nuestro país?
- Tres mil. No conoces el dato exacto porque ese dato no se da. Porque cada suicida muere en privado y no sale en el periódico. Eso demuestra que la visión que tenemos de la realidad es sólo la visión que encontramos en los medios. Estoy seguro de que una persona que haya visto suicidarse a cuatro amigos suyos, y que no sepa nada de mujeres muertas a manos de su marido, al ser preguntado en una de esas estúpidas encuestas de <<Qué es lo que preocupa a los ciudadanos>>, dirá sin pestañear que le preocupa la violencia doméstica, pero no el suicidio. Los medios son una lectura transversal e interesada de la sociedad, un modo de unir los puntos, pero no el único modo de unir los puntos.
- Me estoy perdiendo. -Y agité el papel un poco.
- Así las cosas, la acción social empezó en algún momento a interesarse por los métodos de expandir su influencia, y la publicidad, como sabes mejor que yo, siempre ha estado interesada en encontrar ese elemento diferenciador, de distinción, que hace que se fijen más en tu anuncio que en el de otro. De repente, ser solidario se convirtió en cool, ésa es la clave, por lo que todo se volvió solidario, es decir, lo solidario se volvió superficial, se alejó del terreno íntimo para ser incorporado al simulacro...
- De modo que las acciones sociales son simulaciones -cité a Daniel.
- Ahí está la putada. Ya no se hacen las cosas para que cambie la realidad, sino para que se sepa que se hacen cosas. Es como el gobierno. El gobierno no quiere que las mujeres dejen de morir asesinadas, quiere, sobre todo, principalmente, que se sepa que está haciendo algo para para que no mueran asesinadas. La campaña social-publicitaria emite ese mensaje: nos preocupamos... pero no hacemos nada efectivo. Quien entiende que el mundo es así consigue el éxito. Mira los cantantes, los putos artistas solidarios. Ellos son el sistema, Santiago, el puto sistema, si han triunfado, como Miguel Basó, es porque sus padres eran también cantantes, porque lo tenían fácil, porque han pisado a los que tenían más talento que ellos, porque han aprovechado sus influencias y se han plegado a lo que el mercado pide. Todos disfrutan de una vida regalada, del lujo en estado puro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Verdades como puños. Con esta oleada de indignación marca 15M 'Ejército Enemigo' aparece en el momento justo. Contiene muchas ideas de las que convendría desembarazarnos para empezar a hacer cosas de verdad.

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