[...] La patología de la democracia consiste en su reclamo de la igualdad no solo ante la ley, sino también ante todo lo demás. En 1920, Ortega inicia la serie de artículos que integrarán La España invertebrada. El problema más grave del país no es el particularismo de las regiones, sino el particularismo de las clases y las instituciones. El futuro se presenta incierto. La tensión entre «la vieja y la nueva política» pervive. Urge una transformación radical del país. Ortega defiende el parlamentarismo. En 1922 muere su padre. Inicia entonces con Urgoiti un nuevo proyecto editorial: Calpe (Compañía Anónima de Publicaciones y Ediciones). Con el tiempo se asociará con la catalana Espasa para constituir Espasa Calpe, que se convertirá en una de las editoriales de referencia en España.
TERCER MOVIMIENTO: EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO, HACIA UNA FILOSOFÍA PROPIA.
Puesto que España carece de una sociedad, hay que crearla. La Revista de Occidente, pretende contribuir a ello. Ortega permanecerá ligado a esta publicación desde su creación, en 1922, hasta el comienzo de la Guerra Civil. Ortega es el director y su hermano Manuel lleva la contabilidad. Dos de sus discípulos ejercen de editores. La revista pone un poco de orden a la incesante producción, algo católica, del filósofo. Alrededor de la publicación se organiza una tertulia por las mañanas, antes de comer, mientras que por las tardes, poco antes de la cena, un grupo de amigos y allegados se reúnen con el filósofo, que disfruta de esas veladas. Las necesita.
La visita de Einstein a Madrid en 1923, viene precedida del encuentro del físico alemán con los líderes del socialismo y el anarquismo barcelonés. En Madrid es recibido en el salón de ilustres de la marquesa de Villavieja. Ortega asiste a una primera conferencia en la Facultad de Ciencias, traduce otra en la Residencia de Estudiantes. La célebre institución recibirá a otros intelectuales como Paul Valéry, Max Jacob, Leo Frobenius, Paul Claudel y Madame Curie. Acompaña a Einstein a Toledo, en un viaje en el que intentan eludir el acoso de la presa. A Ortega le impresiona la reacción de Einstein ante El entierro del conde de Orgaz; o mejor, la falta de ella. Le parece un hombre demasiado circunscrito a su ciencia, sin recursos para otra cosa que no sea su violín o la física-matemática. Conversan mucho, le sorprende el desaliño del alemán y su falta de mundanidad. Elogia su física, que contiene el germen de una nueva cultura. Como veremos más adelante, Ortega es más relativista que Einstein, que vive todavía en un realismo platónico de corte medieval. Para Ortega, con Einstein, la razón pura de Descartes y Kant ha quedado reducida a lo que es: una razón instrumental, sin más. Einstein no entenderá la trascendencia filosófica de su propia teoría. Por dos motivos: porque era una racionalidad al estilo de Spinoza y porque apenas sabía filosofía (una disciplina que menosprecia).
[...] La filosofía no puede desdeñar la metáfora, pues esta es la que hace avanzar al conocimiento. Lo desconocido, lo inédito y abstracto, debe interpretarse a la luz de lo conocido. Esa es la función cognitiva de la metáfora, y Ortega es un maestro en encontrar las más luminosas. Lo que Josep Pla logra con los adjetivos él lo consigue con las metáforas. Frente a la razón pura, la razón vital: ese es el tema esencial del libro. Todavía no ha aparecido otro de sus conceptos clave, la «razón histórica». La idea fundamental de este breve tratado es el perspectivismo. La vida y el conocimiento se dan siempre en perspectiva. La verdad es una, mientras que las perspectivas son múltiples. Cada vida es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. «La razón pura debe ceder su imperio a la razón vital». La realidad radical es la vida humana. No se atreve a exponer todo lo que piensa. Teme que lo acuden de relativista. Lo que llamamos «cultura» siempre nace de un sujeto, de una perspectiva particular, de un ángulo circunstancial de la vida. No por ello hay que renunciar a la razón. La razón es una herramienta indispensable del conocimiento. Y nos dice que este debe pegarse a la vida. Ortega no tarda en matar al padre. «Los únicos reaccionarios que verdaderamente estorban son los neokantianos. Kant ha sido durante una década su casa y su prisión; por fin la logrado escapar. Se distancia de los profesores de su juventud. «La vida es tan rica en situaciones que no cabe encerrarla dentro de un único perfil moral». Ya puede volar solo.
En el otoño de 1923, Alfonso XIII acepta la dimisión del Gobierno constitucional de García Prieto y le encarga a Miguel Primo de Rivera la formación de un Gobierno militar. El dictador presenta su régimen como provisional y purgativo. Urgoiti y Ortega ven con buenos ojos la renovación del poder político, creen que puede dar un golpe de gracia a la vieja política y abrir un nuevo período liberal. El Sol inicia una campaña para educar al nuevo Gobierno militar. A pesar de la condescendencia inicial, las críticas de Ortega a la dictadura son rotundas. El nuevo Gobierno debe acabar con la vieja política y el caciquismo. Unamuno es más contundente en su oposición a Primo de Rivera y sufre por ello la persecución y el destierro a Fuerteventura; después huye y se exilia en Francia. Ortega recibe críticas tanto de la derecha como de la izquierda. Las encaja deportivamente, como síntoma de que se halla en el buen camino.
La Sierra de Guadarrama es para Ortega lugar de retiro y fuente de inspiración. El filósofo ronda los cuarenta. Ha cogido unos kilos y su aspecto responde a una mezcla de labrador y senador romano. El rostro arrugado, lleno de surcos; la amplia calvicie sobre unos ojos claros y penetrantes. Parece mayor de lo que es. La sonrisa y la carcajada son en él frecuentes. Hay fotos deliciosas que lo muestran serio y pícaro al mismo tiempo. En especial una con Heidegger donde se aprecia la vitalidad honesta del madrileño y la mirada ladina del alemán. Se aficiona al cine mudo y a los automóviles. Se relaciona con la aristocracia. En ocasiones cede al esnobismo, aunque no juega al golf y dice evitar los salones. Mantiene una relación estrecha con el duque de Alba; intercambian libros, cartas, conversan y salen juntos de excursión. Es coqueto com las mujeres, pero al mismo tiempo, un gran promotor de su educación. Se declara pésimo lector de novelas, porque no tiene paciencia.
* Arnau, Juan (Historia de la imaginación)