Esta es la paradoja de la situación actual: de acuerdo con la ideología oficial, todo está permitido, no hay censura y todo se desarrolla en forma impecable, mas esto no debería engañarnos. Quisiera darles un ejemplo, un ejemplo loco aunque verdadero, característico de nuestro tiempo. Según he oído, en algunas comunidades radicales de Estados Unidos -empleo aquí la palabra <<radical>> irónicamente, en el sentido de la corrección política, que en realidad es pseudorradical- se debate con total seriedad esta cuestión: ¿Dónde están los derechos de los necrófilos? ¿Porqué se les prohibe de manera tan drástica realizar juegos sexuales con los muertos? La respuesta es, por enden, la siguiente: muchos de nosotros damos el consentimiento para que en caso de muerte repentina nuestros órganos sean puestos a disposición de la medicina. ¿Por qué no lo doy, entonces, para que mi cuerpo, si muero repentinamente, quede a disposición de los necrófilos para que jueguen con él? Esto suena ahora extremadamente radical, pero es más que un ejemplo típico respecto de lo que ya había subrayado Kierkegaard, según creo, con razón: el único prójimo verdadero es el prójimo muerto, al menos en cierta versión ideológica del amor al prójimo. Esto es lo que de hecho pensamos cuando tratamos al prójimo de manera politicamente correcta. Sería mejor un prójimo muerto. A mi juicio, sería la metáfora más adecuada para la corrección política. ¿Por qué? Preguntémonos: ¿Que significa en realidad esa forma de tolerancia cuando es practicada en nuestras sociedades occidentales? Significa exactamente lo contrario de lo que suponemos. Tolerancia significa nada de molestia. <<Molestia>> es una palabra clave. Con ella se dice fundamentalmente: <<Esconde tu deseo, no que acerques demasiado>>. Significa, tal como lo he experimentado en Estados Unidos: <<Si miras a alguien demasiado tiempo, a una mujer o a quien sea, eso ya es una violación visual; si dices algo sucio, eso es una violación verbal>>. Lo cual nos demuestra que en ese contexto la tolerancia es, precisamente, una forma de intolerancia: intolerancia respeto de la cercanía del otro.
* Alain Badiou (El despertar de la historia)
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Entrevista a Slavoj Žižek
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