Es más fácil compartir la abundancia que las penurias económicas. Es por ello que en momentos de crisis se agudizan las tensiones sociales y también las culturales. Aumenta el rechazo al que llega del exterior por cuanto se piensa que nos disputa el derecho al trabajo o el acceso a las ayudas sociales. Este sentimiento cobra especial fuerza entre las personas de clase baja por cuanto están en mayor medida implicadas en esas cuestiones. Por decirlo claro, el inmigrante no está disputando el acceso a un puesto directivo o a las subvenciones sociales a personas de clase alta. Las tensiones sociales cobran toda su intensidad en barrios periféricos de grandes ciudades. Avanzar en este terreno puede ser peligroso.
Una sociedad con dificultades internas debe mostrar el mayor grado de cohesión posible para tratar de superarlas. La división solo ahondará en profundizar aún más la crisis. Una sociedad responsable debería ser consciente de todo ello.
De cualquier modo es complicado demandar unidad en el sacrificio. Siempre se tiende a pensar que es el otro el que lo debe hacer y creemos que nos discrimina en este reparto. Si además damos una interpretación cultural o social a esa supuesta discriminación estamos afianzando los signos de ruptura social.
En momentos de crisis es cuando más necesaria se hace la solidaridad social. En principio diríamos que tendemos a ser más solidarios con aquel que vive lejos y cuya desgracia nos llega a través de la televisión que con nuestros vecinos más cercanos, especialmente si damos a esa vecindad un sentido más social que individual. Diríamos que ello se puede explicar tanto por la gravedad de la situación que se nos dibuja en el televisión, como por el hecho de que esas personas no entran en competencia en nuestro medio social en cosas como el reparto del trabajo o de las ayudas públicas.
Cuando demandamos esfuerzos suplementarios a un medio social debemos fijar con total claridad los beneficios que se derivan de los mismos y el equilibrio en su reparto. También será necesario el mostrar su necesidad y el horizonte de salida del túnel de la risis en el que estamos inmersos.
En el terreno político será necesario conjugar la pluralidad política con un sentido de unidad en la defensa de los intereses de la colectividad. En una sociedad responsable los partidos deben primar los intereses del medio social por encima de los suyos propios. Las discrepancias deberían dejarse para el debate previo, pero cuando ya se adopta una resolución democrática por una mayoría parlamentaria sería importante que se asumiera incluso desde la discrepancia. Las divisiones general desconfianza y ello provoca que se ahonde en la crisis.
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