Un principio de anarquía ha minado la fiesta democrática, y el tirano, que ya no es aquel caudillo popular que Platón no llegaría a conocer, impone a aquella desenfrenada libertad << la mayor y más salvaje esclavitud>>. Porque el pueblo del trabajo, el que con la democracia ha llegado a disfrutar de autoridad en las asambleas, empezará a sentirse representado por el demagogo favorito que, astutamente, acabará enfrentándolos, al enfrentarlos en sus pequeños intereses <<poniéndose a la orden del día las denuncias, los procesos y las disputas entre unos y otros>>. El viejo esquema de la autoridad sacralizada, de nuevo, por la incultura de la mayoría de los ciudadanos queda aquí reducida y corrompida para siempre, bajo mil formas, en la máscara encubridora de la violencia.
Dentro, sin embargo, del impresionante cuadro que hace Platón del horizonte real de la existencia humana, las páginas de la República adquieren un valor ejemplar. La estructura que la sustenta es un canon en el que se contrasta el desarrollo histórico. Platón debió de descubrirlo en el mismo análisis de las contradicciones de la democracia en la que se desarrolló su vida, y en un poderoso impulso reformador le hace buscar la posibilidad de instaurar ese canon: justicia contra arbitrariedad, cultura contra brutalidad, verdad discutida contra verdad impuesta, educación contra espontaneidad del egoísmo, idealismo contra el inmediato pragmatismo del aquí y ahora.
* Emilio Lledó (Elogio de la infelicidad)
* Emilio Lledó (El epicureísmo)
* Emilio Lledó (Los libros y la libertad)
* Emilio Lledó (El epicureísmo)
* Emilio Lledó (Los libros y la libertad)
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