Academia, s. Escuela antigua donde se enseñaba moral y filosofía. Escuela moderna donde se enseña el fútbol.
Boticario, s. Cómplice del médico, benefactor del sepulturero, proveedor de los gusanos del cementerio.
Celoso, adj. Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no vale la pena conservarlo.
Deuda, s. Ingenioso sustituto de la cadena y el látigo del negrero.
Excentricidad, s. Método de distinción tan vulgar que los tontos lo usan para acentuar su incapacidad.
Gota, s. Nombre que da el médico al reumatismo de un paciente rico.
Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.
Independiente, adj. En política, enfermo de autorrespeto. Es término despectivo.
Justicia, s. Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.
Longevidad, s. Prolongación poco común del temor a la muerte.
Mamíferos, s. Familia de vertebrados cuyas hembras, en estado natural, amamantan a su cría, pero cuando se vuelven civilizadas e inteligentes la dan a la nodriza o usan el biberón.
Nepotismo, s. Práctica que consiste en designar a la propia abuela para un cargo público, por el bien del partido.
Odio, s. Sentimiento cuya intensidad es proporcional a la superioridad que lo provoca.
Plebiscito, s. Votación popular para establecer la voluntad del amo.
Referéndum, s. Ley que se somete a voto popular para establecer el consenso de la insensatez pública.
Sepulcro, s. Lugar en que se coloca a los muertos hasta que llegue el estudiante de medicina.
Tumulto, s. Entretenimiento popular ofrecido a los militares por espectadores inocentes.
Urraca, s. Ave cuya inclinación al robo ha sugerido a algunos la posibilidad de enseñarle a hablar.
Viejo, adj. Estado de uso que no se contradice con una incapacidad general, v.gr. “hombre viejo”. Desacreditado por el paso del tiempo y ofensivo para el gusto popular, v.gr. “libro viejo”.
Wall Street, s. Símbolo de pecado expuesto a la execración de todos los demonios. Que Wall Street sea una cueva de ladrones, es una creencia con que todo ladrón fracasado sustituye su esperanza de ir al cielo.
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