<<La esencia del humor reside en el hecho de que uno se ahorra los afectos a los que habría debido dar lugar una determinada situación, y en que uno se sitúa por encima de esas manifestaciones emocionales gracias a un broma>>, decía Freud.
La emoción evitada habría podido ser dolorosa, ya que el acontecimiento ha sido cruel. Sin embargo, el modo de representarlo al contarlo o al remedarlo mediante la mímica modifica el sufrimiento y lo transforma en sonrisa. En nuestros días, para parecer muy científicos, formularíamos la idea de otro modo, hablaríamos de la <<reorganización cognitiva de la emoción asociada a la representación del trauma>>. Sin embargo, si aceptamos los beneficios de la simplicidad, diremos sin ambagues que el humor es liberador y sublime, que es <<la invulnerabilidad del yo que se afirma, y que no sólo se niega a permitir que se imponga el sufrimiento que proviene del exterior, sino que incluso consigue hallar la forma de convertir las circunstancias traumatizantes en un cierto placer>>.
Es frecuente que esta idea se acepte mal, como si fuera indecente sonreír ante el sufrimiento propio. Es cieto que el margen de maniobra es estrecho y que en el humor fallido, cuando el riesgo ha sido mal calculado, la broma sienta como un tiro y humilla al que ha sido herido. Y sin embargo, los aspectos vinculados a la relación de esta representación psíquica, aspectos que transforman una tragedía en placer, se observan todos los días en el teatro familiar del humor preverbal.
[...] Cuando el mal no es demasiado grave, se inventa un juego que transforma las penas, sopla sobre el rasguño mientras recita una fórmula mágica, reformula con sus palabras el pequeño acontecimiento doloroso, y consigue que todo el mundo se eche a reír.
Se evita añadir al dolor del arañazo el sufrimiento de la representación del arañazo. Se procede exactamente al contrario: la puesta en escena del <<drama>>, al reformular la pruebla, la transforma en pieza teatral de la familia y en una victoria del comportamiento de relación. Esta es la razón de que hayamos afirmado que el <<humor no es cosa de risa>>, pues, en realidad, es cosa que sirve para metamorfosear un sufrimiento y convertirlo en un acontecimiento social agradable, se utiliza para transformar una percepción que hace daño en una representación que hace sonreír.
[...] Cuando el mal no es demasiado grave, se inventa un juego que transforma las penas, sopla sobre el rasguño mientras recita una fórmula mágica, reformula con sus palabras el pequeño acontecimiento doloroso, y consigue que todo el mundo se eche a reír.
Se evita añadir al dolor del arañazo el sufrimiento de la representación del arañazo. Se procede exactamente al contrario: la puesta en escena del <<drama>>, al reformular la pruebla, la transforma en pieza teatral de la familia y en una victoria del comportamiento de relación. Esta es la razón de que hayamos afirmado que el <<humor no es cosa de risa>>, pues, en realidad, es cosa que sirve para metamorfosear un sufrimiento y convertirlo en un acontecimiento social agradable, se utiliza para transformar una percepción que hace daño en una representación que hace sonreír.
No hay comentarios:
Publicar un comentario