[...] En comparación con otros países europeos, España se sitúa en un puesto muy destacado por la baja prevalencia de la VG. Al menos así se puede constatar en unos de los pocos estudios exhaustivos comparados que existen sobre la materia: el del Centro Reina Sofía. En su <<III Informe internacional de violencia contra la mujer en las relaciones de pareja>>, publicado en el año 2010, se afirma, el relación con el feminicidio en general que: <<España es un país que ocupa uno de los lugares más bajos en el ranking internacional sobre violencia en general y sobre violencia contra la mujer en particular. Redondeando las cifras, anualmente siete mujeres por cada millón de mujeres han sido asesinadas en España entre 2000 y 2006. En Europa, casi el doble; en América, cinco veces más>>. Una parecida conclusión debe alcanzarse si nos ceñimos a la violencia ejercida contra la mujer en el ámbito doméstico: cuatro mujeres por cada millón de mujeres, mientras que en Europa la cifra se eleva a 6 y en América a 7. Resulta particularmente llamativo, como se ha destacado también, que la situación en España es, a esos efectos, mucho mejor que en países como Noruega o Finlandia, lugares en los que han desplegado políticas igualitarias desde hace lustros como en ningún otro país del mundo. Si la comparación se hace con Rusia, la disparidad alcanza proporciones inusitadas: entre 12.000 y 14.000 mujeres mueren cada año a manos de sus parejas o exparejas.
[...] Así pues, los números no muestran <<estructura>>, aunque ciertamente, y tal y como refleja el informe <<Homicidios registrados en España: 2010-2012>>, elaborado por el Gabinete de Coordinación de Estudios de la Secretaria de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior en colaboración con diversas instituciones académicas, la violencia de género o doméstica es uno de los escenarios más frecuentes en el que se produce el homicidio. Pero no es el más importante: las reyertas o discusiones son los contextos en los que se cometen más homicidios (22%). Por otro lado, la mayoría de las víctimas contabilizadas en el estudio son hombres (61% frente a 38%), lo cual es consistente con las estadísticas conocidas a nivel global: los hombres asesinan más y también mueren más (mayoritariamente a manos de otros hombres). Las mujeres, en proporción, matan más a familiares -exceptuando a su pareja o expareja- que los hombres, y lo hacen de una manera abrumadoramente superior en proporción cuando la víctima-familiar es menor de 18 años (el 86% de ellas son asesinadas a manos de mujeres). En el caso de los propios hijos, estudios recientes muestran que en el 61% de los casos la autora es la madre, frente al 37% en los que el autor es el padre o padrastro. Para el caso de los homicidios estudiados en España entre 2010 y 2012, cuando la víctima es un recién nacido la mujer lo mata con mayor frecuencia que el hombre (18,3 frente al 1,3%), así como cuando la víctima es un menor de edad (12,9% frente al 3,5%).
En conclusión: ¿cómo puede acomodarse el paradigma estructural de la violencia de género estos déficits explicativos? Solo ideológicamente (Poggi, 2018), y por ideológicamente entiendo despreciando hegelianamente los hechos por no coincidir con las ideas, renunciando a buena parte de lo que sabemos sobre la evolución humana y la psicología, así como los resultados de muchos estudios generales sobre la agresión en mamíferos; alternativamente mediante una invitación al fideísmo, a una <<creencia>> que es más bien el resultado de anhelar un horizonte moral o político, incurriendo con ello en nuestra ya conocida falacia moralizante: porque debe ser así es así (Hernández Hidalgo, 2016, pp 169, 192-200). En nuestro caso: porque debe ser que los hombres agreden a las mujeres para someterlas (o para afianzar la estructura patriarcal de dominación) la violencia contra las mujeres es VG (verbigracia, machista).
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